Aprender a rendirse y a fracasar (con "Masterchef" como excusa)

 

Rendirse no es una opción. Ese es el relato que intentan que nos cale para hacernos siempre productivos. En esta obligatoriedad de la cultura del esfuerzo en la que vivimos, las personas nos convertimos en productos que han de sacar un rendimiento mayor a sí mismas cada día, para no tener pérdidas. Para sentir que somos útiles, que estamos haciendo algo con nuestras vidas, que valemos.

Patricia Conde dejó de competir el martes por la noche en la séptima edición de Masterchef celebrity y fue reprendida duramente con un “nos has decepcionado”. Lanzar al otro la decepción es, muchas veces, una forma de chantaje para que ese otro se sienta culpable y así siga haciendo lo que queremos.

El miedo a no decepcionar a los demás es una forma de anestesia colectiva frente a los deseos propios. Patricia sorprendió porque desistió con calma y sin aspavientos de algo que “debería” anhelar. Le dijeron que estaba dando a entender que se burlaba porque a ella le importaba poco lo que a otros parecía importarles demasiado. Lo mismo, quién sabe, había cosas más importantes que ganar.

Tal vez no querer someter a tu cuerpo a más presión podría ser un motivo suficiente para no continuar. Tal vez no querer sacrificar algo de ti, de tus valores, también es un motivo. Tampoco hay que dar más explicaciones de por qué no. A veces llegas a un sitio al que todo el mundo quiere ir y te aburres. A veces lo que la gente espera de ti no es lo que tú esperas y te subes y haces como que sí porque a la gente le hace ilusión, pero a ti resulta que no.

Pero eso en el mundo que hemos construido no es posible. Este mundo es un mundo en el que utilizamos las palabras de la guerra cuando enfermamos. En el que hablamos de que alguien no “logró” superar la batalla con la enfermedad. Un mundo individualista que te responsabiliza a ti por no querer ser mejor, por no superarte, por no intentarlo. “Sal de tu zona de confort”. Pues quizás no.

Quizás lo que nos mantiene con vida es precisamente no salir de las pocas certezas que la vida nos brinda. No tenemos que superarnos. No tenemos que ser nuestra mejor versión. Todo eso es un discurso individualista que intenta universalizar la experiencia particular de algunas personas con suerte. Porque lo normal no es ganar: es perder. Hay mucha más gente perdiendo que ganando aunque nos hagan creer lo contrario. Por eso, rendirse es siempre una opción. Aceptar que puedes ser peor que ayer, que no pasa nada por ello, porque para ser mejor tienes también que aniquilar a eso peor que fuiste y que también eres tú. Tienes que morir un poco. Patricia con su voluntad- y a las puertas del duelo final- hizo un hermoso elogio del fracaso. Y esto, hoy en día, es de las cosas más verdaderas que se nos pueden mostrar entre tantas mentiras.

España está dividida. Entre los que apoyan a Patricia Conde (siguiendo el ejemplo de Xuso Jones o Almudena Cid) en su intento de destapar lo que ocurre detrás de la edición celebrity de Masterchef y los que siguen confiando en el formato de Shine Iberia diciendo que es “real como la vida misma” (Josie y Anabel Alonso entre otros).

Es difícil posicionarse. Por cierto, ganó Lorena Castell, que se batió en duelo frente a Manu Baqueiro en una final desigual.

Volvemos la semana que viene. ¡Feliz puente queridos! Gabon.

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