Creo que el consumismo va ligado a nuestra falta de valores y de cariño, y cada día que pasa más lo pienso. Creo que poca gente compra regalos (excepto para niños) pensando en la cara de emoción del receptor, en sus verdaderas ilusiones, en lo que de verdad querría tener en su casa colgado de la pared, o adornando un estante. Considero que cada vez somos más superficiales. Gente que compra por sistema, por obligación, por tradición, por defecto. Yo he sido mucho del “compro ya lo que sea porque estoy harto de dar vueltas”, pero ahí está mi hermano , para que demos una vuelta más e insistir en que tenemos que encontrar un regalo mejor en vez de tirar del comodín de la colonia o la agenda. El querer “quitárnoslo de encima”- a pesar de que nosotros seamos muy de ayudar a los Reyes el día 3 de enero- le resta valor a la grandeza de regalar, al detalle, al presente, al supuesto amor que queremos mostrar. Regalar tendría que ser algo más y mejor. Algo que cuente