Diario de una JMJ (XXVI)
Vayamos adelante, seamos discípulos de Cristo, Cristo nos precede- León XIV papa-.
Hace dos semanas dejábamos de escribir justo después de cenar en la campa (recuérdalo aquí), pues vamos a hacer un flashback (y a escribir en pasado por primera vez en estos especiales de la JMJ) para contaros un poquito lo que ocurrió entre que se fueron a buscar la cena y volvieron.
Para
entrar al recinto donde nos debíamos colocar había que enseñar la acreditación
(para salir, daba igual) y como iba a ser una estancia larga, en uno de esos
ratos, un servidor decidió ir al baño. Los que estaba dentro del recinto
estaban a reventar así que yo decidir ir a los de fuera, para evitar esperas.
La
cuestión es que, como dije en la entrega anterior, las acreditaciones las tenían
las personas que habían ido a buscar la cena, y sin acreditación no se podía
entrar.
Había
una entrada “oficial”, pero el resto estaba delimitado por personas voluntarias
procurando que la gente no entrara sin acreditaciones y mucho menos por
entradas “no homologadas”. Pero digo bien al decir “procuraban”, porque muchas
veces no lo conseguían, ya que una vez cruzabas aquello, era imposible que te
siguieran (la gente en el suelo eran un buen impedimento).
Fue
la única vez que fui a los servicios durante nuestra estancia en la campa, pero
procuré beber poco para no tener necesidad hasta el mediodía del día siguiente.
Y eso que eché un par de tragos de la Coca cola que me ofreció Juan Pablo
Valencia.
Mis amigos fliparon y mi amega María Romero y conocidos hubieran flipado al saber que bebí de la misma botella que había bebido Juan Pablo (no hace falta recordar mi escrupulosidades en Roma hasta el punto de tener mi propio cuenco para el queso rallado) segundos antes de ofrecérmela y aceptar. Sería cosa del momento, no ha vuelto a pasar, doy fe de ello.
De
aquel día también recuerdo la foto que nos hicimos Alejandro González, Inés
Garralda y un servidor para enviársela a Candela Gastón y a Nerea Arriazu
(compañeras de Alejandro, de la hermana de Inés y de un servidor ese mismo
curso en la Escuela de idiomas) y ambas creyeron que Inés era su hermana tras
el “pon cara de Lucía” de Alejandro a su mujer.
En
fin, que en nada llega el Papa y empieza la Vigilia.
Volvemos
en siete días. Gabon queridos.
Aranaz, Joseju (@jjaranaz94)
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