"Pedazitos" de mí (IX)

“Quedan X días para mi cumpleaños”. Es la frase con la que me gustaría abrir el programa de esta noche. Te lo dice falten cinco meses, tres semanas, dos días o apenas unos minutos, pero te lo dice. Y tú que con toda ilusión le compras una tontería porque crees que le gustará, ella sólo piensa en sentirse mal por no haberme comprado nada a mi por mi cumple. El año pasado te lo dí tarde, y este año (en parte) nos ha vuelto a pasar lo mismo… Vaya tela...

Pero tonterías aparte, qué bonito es volver a vernos. Que bonito es retomar el “con-tacto” dejando a un lado las nuevas tecnologías. Y es bonito porque da igual que hayan pasado 10 meses desde que nos viéramos “en directo”- como quien dice- por última vez (Gradu, Carcastillo y San Miguel a parte- a pesar de que en este tercer lugar, aunque estuviésemos, no nos llegáramos a ver-).

Y es que a veces desearía parar el tiempo. En momentos. En lugares. En personas. En ti. Pero por desgracia, el tiempo nunca responde a mis deseos. Debe ser una especie de castigo o de venganza de todos mis relojes por llegar siempre tarde a todas partes o si no que os lo diga Rakel Mendioroz. O del karma. O del no saber valorar las horas. Qué sé yo. Todo lo más bonito de mi vida, tal vez de la de todos- no lo sé-, ha sido efímero. Puede que deba ser así para que aprendamos a valorarlo más. 

Hay una frase bonita (cuanto “bonito”, ¿no?)- con las que ahora suelo terminar estos artículos, que hoy yo creo que va a ir en estos primeros compases- que dice algo como que la verdadera amistad- “amestad” vale-, no consiste en ser inseparables, si no en poder estar separados sin que nada cambie. Y entre María y yo nada cambia.

Para bien o para mejor, pero la “amestad” que nació hace ya más de seis años en la bella Roma sigue intacta. Es posible que tengamos nuestros más y nuestros menos- que haberlos haylos-, es posible que discrepemos en diferentes asuntos- cada vez en menos-, es posible que nos conozcamos hasta saber de que pie cojea el otro- y esto va con segundas Mery, no te quepa la menor duda-, pero es tan guay que formes parte de mi vida… Buff...

El lunes tocaba hablar- y mucho- y tras nuestra típica charla “pre-UPNA” por WhatsApp- que este año tenía poco de “UPNA”- con temas intrascendentes allá por septiembre, esta semana tocó charla profunda. Para hablar de momentos buenos, para recordar momentos mejores y para hablar de cosas que a uno le dan rabia, le desesperan, le cabrean o simplemente le decepcionan.

Pero ahí está la Mery; para sacarte una sonrisa, para que vuelvas a creen en ti- aunque tú también intentes que esto sobre todo sea recíproco-, para que le des importancia a las cosas que verdaderamente la tienen y para hacerte ver que vales un montón a pesar de lo que digan ciertas personas.

Es fantástico tener una “amega” como ella. Año tras año- a pesar de lo poco que nos vemos- nuestra complicidad es mayor y la confianza del uno hacia el otro crece a pasos agigantados. En este momento me acuerdo de lo que hablamos el año pasado, y comparándolo con lo que hemos hablado este año, pienso que nuestra “amestad” es mucho mayor. 

Es cierto que es difícil contar todo lo que nos pasa, todo lo que sentimos... pero hablar semanalmente con ella es algo que nos acerca en este contacto “sin- tacto”- en este caso-.

No os podéis imaginar la ilusión que me hace volver a hablar de María Romero

Cuando hablamos de amigos- a pesar de que nosotros seamos “amegos”- solemos hablar de aquellos que nos han visto crecer, con los que hemos vivido muchos momentos juntos, aquellos a los que casi conocemos mejor que ellos mismos. Sin embargo, me he dado cuenta de que la amistad significa mucho más, más que el tiempo, más que el camino recorrido. Porque hay amigos que han llegado hace apenas unos años, y significan mucho más de lo que lo fueron otras amistades en el pasado con las que compartimos más tiempo. Que no es necesario haber vivido muchos momentos juntos porque quizás hay uno, que los supera a los demás con creces. Y quédate con el que más rabia te dé de la Ciudad Eterna Mery, porque anda que no tenemos para elegir...

Hay amigos que te han demostrado más en un año que otras personas en diez. Que te sientes enormemente afortunado porque se hayan topado en tu camino, pero te hubiera gustado que lo hubieran hecho mucho antes, porque todos los años que te quedan “a su lado” te parecen pocos para disfrutar de su amistad. Qué sensación tan bonita, de verdad. No voy a decir que “a veces pienso que nunca me tocará la lotería por haber tenido tanta suerte con mis amigos”, porque me suena muy pastelosa, pero bueno... 

Me he dado cuenta de que las nuevas amistades pueden ser tan intensas y tan duraderas como aquellas que tenemos desde la infancia. Que, aunque siempre podamos contar con tres o cuatro personas en cualquier momento, siempre es maravilloso y un privilegio poder añadir alguna más. Que las nuevas amistades no sólo son un placer, sino una necesidad. Porque el paso del tiempo te va cambiando y, aunque sigas teniendo todo o nada en común con tus amigos de siempre, sienta genial ir incluyendo a nuevas personas que te van complementando.

Y no te voy a decir que eres todo para mi, pero más que nada porque no te vengas muy arriba, lo que sí que te voy a decir es que eres alguien vital. 


Lo mejor de todo esto es que el próximo 14 de mayo es muy posible que te volvamos a ver tocando balón. Porque por más que caigamos, lo verdaderamente importante es sabernos levantar. Y la foto que he elegido es esta porque el lunes no tuvimos tiempo para hacernos la instantánea, porque una foto sin muletas es mucho mejor y porque también sirve de adelanto a algo que veremos “próximamente”.

María, gracias por haber estado. Gracias por haber sido. Gracias por estar. Pero sobre todo gracias por ser.


La semana que viene más.

¡Muy buenas noches familia!

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