Celebramos (hoy sí) 400 programas
Corría
el 8 de noviembre de 2019 cuando Amaia González de Echávarri se sentaba en el
sofá del TEVDA y el blog cumplía 200 entregas. Cinco años más tarde, la casualidad- y el haber empezado esta
temporada una semana más tarde que lo que me hubiera gustado- hizo que nos
juntáramos otro 8 del penúltimo mes del año para que cumpliéramos el doble de
programas que aquel 8 del 11 de hace tres semanas ya, un lustro más.
Si
no hubiéramos celebrado el 10º aniversario del blog hace poco más de dos meses,
hoy hubiéramos tenido video, pero lo poco gusta y lo mucho cansa, y hacer dos
vídeos tan seguidos iba a ser demasiado. Y es que tampoco tengo ni tanto
tiempo- los niños del 5º de Primaria (los primeros que tuve en Euskadi aunque
entonces fuera en 3º) del colegio en el que estoy ahora es lo que tienen- ni
tantas ideas como para hacer un video lo suficientemente entretenido.
La
cuestión es que el otro día, mientras corría- porque ya os dije al principio de
esta T18 que había recuperado el running- por una calle de la capital alavesa
por la que nunca había pasado (por eso más de una vez he tenido que echar mano
de maps para volver a casa), me vino sin querer la siguiente frase a la entrada
de un establecimiento que no viene al caso decir de qué era: el exterior no es un lugar cómodo para
alguien que vive de recuerdos. Al instante, y sin casi poder asimilar la
oración, la rehíce cambiando el orden de las palabras e incluso cambiando el
adjetivo, pero ya no me gustaba.
Entonces
pensé: ¿Lo apropiado es decir cómodo?
¿Tiene sentido? ¿Solo me ha gustado porque suena poético? Muchas cosas que
suenan poéticas no tienen sentido si las piensas bien. ¿Será esta una de ellas?
Sea como fuere, me paré- cosa que nunca hago- y le hice una foto, por si acaso.
Los “por si acasos” de los escrit…
Qué osadía. Una cosa es que escriba y otra muy distinta es ser escritor. Ni lo soy, ni lo pretendo. Yo soy maestro, ejerzo como tal y no hay cosa de la que me sienta más orgulloso- aunque aquí haya gente que me vaya a ser puntillosa (aunque me hagan crecer como persona)-. Porque ser maestro implica mucho más que impartir conocimientos. Es guiar, inspirar, formar, y ver cómo tus alumnos crecen y logran sus metas. Tu trabajo impacta directamente en el futuro de muchas personas, y ser parte de ese cambio es algo invaluable.
Y
hoy he escogido para acompañar a este artículo tan especial, esta foto-
cortesía de Rodrigo Martell- con dos amigas- Laura Samayoa y Raquel E.-,
delante del colegio en el que estoy ahora y que, casualmente, es el primer colegio en el que impartí clases en Euskadi. En una visita exprés hace un par
de meses a Vitoria, por hacerle una especie de regalo a una de ellas, sin saber
que el regalo me lo estaban haciendo a mí al tener esta foto, este recuerdo- que decía la frase-.
Y
ya termino, diciendo que para alguien que vive atrapado en sus recuerdos, el
presente y el exterior pueden sentirse como un lugar extraño e incómodo. Los
recuerdos ofrecen una sensación de familiaridad, seguridad y, a veces,
nostalgia. Sin embargo, el exterior- el mundo actual, con sus cambios y
desafíos- requiere adaptarse y enfrentar lo desconocido; y si no que se lo
digan a Valencia, ya, un mes después de la DANA.
En 14 días- el próximo viernes es festivo- más. Sumamos. Celebramos 400. Cumplimos 403. ¡Feliz San Saturnino
Pamplona! Gabon.
Aranaz, Joseju (@jjaranaz94)
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