Diario de una JMJ (y XXXI)

 

A raíz de haber escrito estos especiales que hoy llegan a su fin, me doy cuenta de que escribir en presente ha sido mucho más fácil que hacerlo en pasado, en pretérito, en indefinido o en pluscuamperfecto. Por eso, dentro de estos artículos sobre la JMJ, y por primera vez, voy a darle a la tecla en el presente actual, en el de 2025, con una retrospectiva de casi dos años, 74 programas y cuatro temporadas desde que volviéramos de Lisboa y empezáramos a escribir.

Participar en la JMJ fue una aventura que me transformó por dentro. Desde los primeros días, entre viajes, mochilas y calor, sentí que algo especial se estaba gestando. No era solo un encuentro internacional; era un llamado profundo a vivir la fe de forma alegre, cercana, en comunidad. El Espíritu se movía entre nosotros, y poco a poco fui descubriendo que cada persona, cada gesto, cada oración tenía un lugar en esta experiencia.

De todos los momentos vividos, como ya dije en su día, la Vigilia con los Salesianos me marcó profundamente. No fue solo un acto más en el calendario de actividades; fue un espacio donde el carisma de Don Bosco se “manifestó” en medio de miles de jóvenes que vibrábamos con la misma pasión. Allí fue donde sentí que mi historia personal se conectaba con algo mucho más grande. Entre cantos, silencios, testimonios y la presencia del Santísimo, supe que Dios estaba ahí, hablándome al corazón, invitándome a confiar más, a dejarme amar, a vivir con más entrega.

Pero si algo hizo inolvidable esta JMJ, fueron las personas. Fue descubrir que Dios también habla a través de rostros concretos, historias distintas y vínculos que nacen con una sencillez que solo puede venir de Él. Cada conversación, cada risa compartida, cada momento de cansancio vivido en común…

En medio de la multitud, encontré espacios de verdad. Hubo instantes donde sentí a Dios con una claridad que no se puede explicar con palabras, como una brisa suave que te acaricia el alma y te hace saber que no estás solo, que Él camina contigo. Y entendí que la fe no es solo una creencia, sino una experiencia viva, cercana y comunitaria. Lisboa fue un oasis espiritual, una chispa en medio de algo eterno en medio de lo cotidiano.

Volver a casa fue un pequeño duelo y un gran desafío. Porque cuando uno ha visto tanto bien, tanto amor, tanta esperanza reunida en un solo lugar, no puede vivir igual. Ahora, cada día es una oportunidad para seguir siendo testigos de lo que vivimos allí.


Es imposible nombrar a todas las personas que vivimos juntas esta experiencia y que durante 30 semanas habéis aparecido (o no) en mayor o en menor medida en el blog. Me quedo con tres nombres, como muestra:

            En primer lugar el de Laura Lizarraga, por ser la artífice de esto. Porque durante la vuelta que dimos la víspera de Nochebuena de 2022 me propuso dos cosas. Una de ellas fue declinada, pero el empujón que necesitaba para ir a Lisboa fue cosa suya, así que gracias desde aquí.

            En segundo lugar el de Maite Val. Estas entregas sobre la JMJ que hoy llegan a su fin no hubieran sido, por una parte, ni la mitad de entretenidas sin ella (el constante vacile, permitido, lo ha hecho posible) y, por otra parte, ni la mitad de completas. Gracias por lo apellidos de todas las personas que han visto pasar su nombre por aquí.

            Y en tercer y último lugar el de Marta Monreal. Por todo lo que vivimos en Lisboa, y por todo lo que compartimos en Pamplona durante siete meses. Te lo dije durante las Navidades de 2023 y te lo digo públicamente hoy: fuiste (de) lo mejor que me pasó ese año.

            Qué pena me da acabar esto, en serio. Pero, al igual que dije al terminar los especiales desde Roma, pienso que el valor de las cosas no está en el tiempo que duren, sino en la intensidad con la que sucedan. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables. Gracias.

            ¡Hasta siempre Lisboa!


         PD: Os esperamos el próximo lunes, 7 de julio, para cerrar nuestra 19ª temporada en Obamas Channel con la procesión de San Fermín por la calles de Pamplona.

¡Feliz verano! Volvemos en septiembre.


Aranaz, Joseju (@jjaranaz94)

 

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