Deseos de un 22 de abril

 

        Así como hubo un tiempo en el que tuve algunas supersticiones que vistas con retrospectiva las veo totalmente absurdas (apagar y encender la luz de mi habitación tres veces antes de irme a la cama, me viene ahora por ejemplo a la cabeza), siempre he sido un tanto escéptico con el deseo que se suele decir que pidas al soplar las velas el día de tu cumpleaños, ¿el motivo? pues básicamente porque se me han cumplido muy pocos de un cumpleaños a otro y porque estos “deseos” se han cumplido porque uno es cabezón y suele poner bastante empeño en aquello que quiere conseguir.

        El día que cumplí 29, que hubiera fútbol en El Sadar impidió- en cierto modo- que celebráramos mi cumpleaños como me hubiera gustado, por eso, pedí algo que he visto cumplido estas Navidades.

        Estoy seguro de que la mayoría lo hemos pasado fenomenal, que los Reyes, Olentzero o Papá Noel nos han traído muchísimas cosas y que desde el lunes de la semana pasada estamos comiendo brócoli para sentirnos un poco menos culpables tras tanto exceso navideño.

        Yo, si os soy sincero, me encuentro haciendo lo mismo que os conté hace hoy un año; dándole a la tecla- aunque eso es obvio- mientras apuro la casi media tableta de turrón de almendras con chocolate que quedó en casa y uno, siendo muy previsor, se la metió en la maleta antes de irse a Vitoria.

        ¿Que qué hago en la capital alavesa? Los que me conocen de verdad ya lo saben y los que no, espero poder contarlo “próximamente”, que tengo muchas ganas. Pero a lo de los deseos, que me disperso…

        La vida, y mis abuelas- las dos con 93 años ya- me han brindado la oportunidad de verlas compartir mesa- tras mucho tiempo- por Navidad. En mi casa, como hace muchos años que no lo hacíamos y con unas fiestas que han sido muy especiales para mí.

        Se lo dije a mi abuela materna en Nochebuena y se lo repetí a la paterna el día 25. Me hacía mucho ilusión que hubieran querido venir a casa y valorar, de verdad lo importante- sin decirlo de boquilla y por quedar bien.- No os hacéis a la idea.

        Y es algo que le dije a mi amega María Romero (este año sin ponerme intensito), a lo que ella me contestó que sí, que lo de valorar a a sus abuelos era algo que cada vez lo hacía más.

        Han sido unas Navidades fantásticas. En primer lugar por vivirlas en la fe de Dios hecho niño junto a los amigos que veis en estas líneas (Rodrigo Martell, Laura Samayoa y Raquel E- sigo sin poder poner su apellido entero-). Y la foto es esta porque hay fotos autocensuradas por el bien de todos. En segundo lugar porque reencontrase (habiendo quedado, lógicamente) con los amigos de Iturrama para cenar (una vez al año, y solo por estas fechas) siempre es motivo de alegría, y que es fantástico que lo sigamos manteniendo año tras año, porque siempre hay algún chas carrillo, alguna historia, y, lógicamente, algún cotilleo del último año. Y en tercer lugar porque este año he conocido a gente maravillosa; y ya saben ellos- ellas- quienes son.

        En siete días más cositas. Gabon familia, y aunque ya sea un poquito a destiempo… ¡feliz año!


        Joseju Aranaz (@jjaranaz94)

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