"Patria" (crítica)

 

La historia es el hilo que teje el tiempo. Un hilo largo y repleto de nudos, que nadie puede deshacer por completo. Y el nudo de la historia que cuenta Patria comenzó en 1958.

¿Os ha pasado alguna vez tener tantas cosas que contarle a alguien que no sabes por dónde empezar? ¿Y que una vez que empiezas piensas que tus palabras no van a ser las más acertadas?

Es un poco la sensación que tengo esta noche tras haber finalizado el domingo pasado de ver los ocho capítulos de la serie estrenada por HBO España y dirigida por Aitor Gabilondo (El Príncipe y Allí abajo) basándose en el libro homónimo de Fernando Aramburu.

He intentado inspirarme leyendo diferentes artículos sobre la serie pero me han parecido tan blancos y tan planos que no me han servido absolutamente para nada. Por eso, les he pedido consejo a un par de amigas que durante estas semanas también han aprovechado para ver la serie y me han propuesto distintas cosas.

En mi opinión, Gabilondo ha sabido entrelazar la historia con la realidad, partiendo desde una ficción que tiene, paradójicamente, la realidad como referente, como apoyo, como esencia. El Txato, Bittori, Joxe Mari y Miren no existieron “realmente”, pero si que hubo muchos Txatos, Bittoris, Joxe Maris y Mirenes.

La serie va in crescendo hasta que en el capítulo siete llega a su punto más álgido. Cuando ETA asesina a Zamarreño- cosa que ocurrió en realidad- y Guillermo- el marido de Arantxa- no puede reprimirse al ver morir a su amigo y decir que a ver si no va a poder decir que se siente “español en España”. Con un posterior “¡facha!” por parte de su mujer y guantazo machista. “Era del PP” justificó Miren su asesinato.

Porque si algo nos ha enseñado esta serie es el amor que siente una madre por sus hijos. Por mucho que se vayan de su casa pegando un portazo- como hace Arantxa cuando Miren quiere mostrarle a su nieto su punto de vista y esta no lo consiente- o por mucho que formen parte de una banda terrorista.

También nos han mostrado el dolor que sufrieron todas las Bittoris que han existo a lo largo de estos años. El vacío, el silencio, el retirales el saludo. Pero también, y al mismo tiempo, las torturas a las que más de una vez han estado expuestos los terroristas.

En el último capitulo, en el octavo, el humor negro toma más presencia que nunca en la conversación que Bittori tiene con su hija Nerea, tras haber “hablado” con el Txato en el cementerio. Y al final se sabe que Joxe Mari no pudo matar al amigo de su padre (ni si quiera por la espalda- como los cobardes-), a pesar de que se sintiera culpable y finalmente pidiera perdón (junto a su hermana y a su padre) a Bittori para rabia de su madre.


Al final de la serie unas magníficas Ane Gabarin y Elena Irureta- dando vida a sus personajes- se funden en un abrazo tras años distanciadas que sirve para cerrar el círculo y poner un broche de oro a la serie.

Como aspectos a mejorar tan solo dos:

El primero, que da la impresión de que no se puede entender a personajes como Arantxa y Gorka (hermanos de un terrorista, de entorno independentista y pacifistas) si no vivían en una silla de ruedas o sufrían la homofobia de la época. Y el segundo, que la serie hubiera sido mucho más creíble si muchas de las conversaciones hubieran sido en euskera subtituladas al castellano, ya que no resulta creíble que en más de una ocasión estén venga defender el euskera (cuando el cura, por ejemplo, les dice a Gorka o a Miren que alguien tiene que defender a lengua vasca o cuando Miren no acepta a su nuevo yerno por no saber nada de euskera) y que lo hagan en castellano. En estos momentos Patria te expulsa de la serie por lo surrealista de la situación. Y es una pena.

Nos vamos. Una semana más gracias por haber estado ahí. Esto sin vosotros al otro lado, hubiera carecido de sentido y no habría sido posible.

Gabon familia.


Joseju Aranaz (@jjaranaz94)



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