Quédate en casa


Por ti. Por todos. Por favor.

Ya sé que la semana pasada me despedí diciéndoos que hoy haríamos puente por haber sido ayer el día del padre, pero creo que la actualidad no nos permitiría tomarnos un descanso. Ya habrá tiempo más adelante para que un viernes nos tomemos un respiro “por que sí”, pero hoy no lo veía de recibo.

Llevamos seis días encerrados en casa; sin salir, y para cinco minutos que podemos evadirnos- en cierto modo- de todo esto, no voy a ser yo quien os prive de ello.

Para mi acaban de dar las 00.20h de la noche del miércoles al jueves y mi hermano Iñaki y yo acabamos de terminar de ver la tercera y última temporada de Élite. Nos ha dejado un poco indiferentes, porque aunque nos haya gustado tampoco es que podamos decir lo mismo que cuando terminaron El internado o El Príncipe. Han sido tres intensas temporadas llenas de crímenes, acción (de todos los tipos) y giros inesperados, pero nada es comparable. Ha terminado. Pues ya llegará otra.

A día de hoy tengo la sensación de que va a pasar mucho tiempo hasta que llegue el día en el que me tenga que quedar con el portátil abierto y la luz del flexo de fondo por obligación. Por eso, voy a aprovechar estos instantes para seguir corrigiendo los exámenes que mis alumnos me han hecho llegar esta mañana.

La cuarentena no nos da descanso, y los exámenes que tocaba hacerlos en clase, los alumnos los están haciendo en casa. No paramos ni en los festivos. Ayer hicieron el de Lengua castellana y esta mañana han hecho lo propio con el de Ingurune (Conocimiento del Medio, para que nos entendamos). El lunes les tocará hacer el de mates.

Y que nadie piense que el papel de los maestros y profesores estos días está siendo fácil. Bueno… ¡Pensad lo que queráis! Pero no sabéis lo que daría por estar levantándome cada día antes de las 07.00h de la mañana para que dieran las 09.00h y pudiera estar dando Euskera, Mates o lo que tocara el día que fuese.

Para tener enfrente a mis niños, para que la clase- en la que, por cierto, aún no pone mi nombre en la puerta- que ahora llena el vacío, se llenara de gritos cada mañana, de caras de estupefacción, de manos alzadas para que explicara por décima vez lo mismo pero con otras palabras.

La cuarentena es pesada porque cada día que pasa tienes- o puedes, más bien,- hacer lo mismo, pero si eres maestro os prometo que no es nada fácil. Y prefieres estar dando clase, porque en casa te sientas delante del ordenador y empiezas a corregir exámenes, trabajos, tareas y esquemas uno a uno.

Mis alumnos seguro que se alegran de que haya tenido que dejar de lado mi rotulador verde con el que suelo pintar de arriba a abajo sus exámenes y de que me haya tenido que pasar a corregir todo por ordenador poniéndoles la nota con una letra estilo doce Calibri, a pesar de que esto que estáis leyendo lo este haciendo con Liberation Serif. NOTABLE 8.5. He cambiado la letra, para que os dierais cuenta. A penas transmite nada. Os juro que si tuviera una caligrafía envidiable estas líneas las escribiría de mi puño y letra, las escanearía y leerías esto con mucha más intensidad.

Y no es fácil, porque las TIC siempre han sido tu asignatura pendiente, y porque a pesar de las clases que tuvimos en cuarto de carrera te has tenido que volver a poner al día por tu cuenta. Vale que no cambiarías por nada esas clases de Alfredo Pina; cada momento- o momentazo, según el día- con Amaia Urabayen, pero sobre todo con Laura Antón. La cual hubiera sido una compañera más en la carrera si no fuera por esas clases. ¡Cuánto de echo de menos Lau!

Y así como los maestros nos hemos tenido que poner al día con las nuevas tecnologías, los padres de nuestros niños también han tenido que hacer lo propio. Que si Clasroom, que si Drive, que si mensajes por aquí y por allá a través de Gmail, que me mandéis los exámenes al correo, pero las tareas las compartáis entre todos por el grupo de WhatsApp, que si lo resultados de ciertos ejercicios los vamos a colgar en la plataforma X, que si los dictados los tenemos que hacer nosotros, que quizás es más útil mandar diez audios que decirlo todo por escrito, que me mandes ese examen en otro archivo porque el ordenador no me lo abre, que modifiques una respuesta a través de Paint…

Las nuevas tecnologías nos acercan, sí, nos permiten tener una cierta normalidad en todo este caos, pero son un lío. Me lo dicen los padres, los alumnos y lo decimos nosotros. Son un engorro. Son un quiero y no puedo. Son una manera de mantener cierta rutina hasta que termine la cuarentena y los colegios y demás comercios- por decirlo así- se vuelvan a abrir.

Queda un día menos para que podamos llegar a una meta que aún no se vislumbra, ya que puede que esto se acabe dentro de 15 días, después de Semana Santa o que llegue San Fermín y aún sigamos así.

Las cifras asustan. El miércoles 475 personas murieron en Italia de lo que hace poco días nos referíamos a ello como “un cuento chino”. 475. Es como si el Covid 19, el coronavirus, hubiera matado de un soplo a todo Barásoain o a todo Rada, por poner solo el ejemplo de dos localidades de la geografía navarra con cerca de 500 habitantes. Imaginémonoslo tan solo por un instante.

En fin, las 00.57h y me voy a poner con los exámenes. A ver si los termino. Volvemos la semana que viene si la salud y los ánimos nos los permiten. Ojala tengamos la ocasión de traer mejores noticias y podamos decir que ya se ve la meta, aunque sea lejos. ¿Os espero con cinco pelis, cinco series y cinco libros entre otras cosas? ¿Por qué no? Por recomendar que no quede.

Gracias, de veras, por seguir estando al otro lado en momentos tan difíciles como estos. Si no estuvierais al otro lado de la pantalla leyendo estas líneas, gran parte de lo escrito hasta ahora carecería de sentido y no sería posible.

¡Feliz fin de semana familia!- por eso de no romper con la tradición y porque quedarnos en casa es por el bien de todos-.

Quédate en casa. Por ti. Por todos. Por decir algo: gabon.

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