El cole en tiempos de covid


Ahora que he conseguido que mis alumnos estén en silencio mientras hacen un brainstorming individual para lo que luego tendrán que poner en común al hacer un proyecto grupal, me siento encima de la mesa y me pongo a leer las redacciones que han escrito esta mañana contándome todo lo que han hecho a lo largo del fin de semana.

- ¿Cuántas lineas?- me han preguntado. A lo que intentando ser lo más diplomático posible la respuesta “las que necesites” no les vale.

- Cuatro o cinco- respondes sabiendo que van a ser cuatro. Todos hemos sido mucho de los de “la ley del mínimo esfuerzo”.

Pero mientras con un ojo lees esas redacciones y con el otro los medio miras para que no se dispersen más de la cuenta, de repente, la ventana de tu clase que da al patio, hace que levantes la mirada. La mascarilla intenta tapar la expresión de mi cara, pero los ojos no pueden esconder esa sonrisa que la mascarilla intenta ocultar.

-¿De qué te ríes?- me pregunta uno de mis alumnos.

- No me río, sonrío- le contesto amablemente mientras consigo que todos vuelvan al trabajo antes de que se quieran levantar de sus sillas para mirar por la ventana que coloco en batiente.

Mis ojos se han fijado en que acaban de salir los alumnos de tres, cuatro y cinco años al patio. Y los ves junto a su maestra, con la mascarilla puesta y se te cae el alma a los pies.

Ves en sus ojos que están disfrutando con esa especie de pilla pilla al que te parece que están jugando (ya que no te queda muy claro quiénes son los que se escapan y quién es el que pilla), pero los ves tan pequeños y con las mascarillas puestas... La estampa que se ve desde la ventana, es enternecedora y supongo que esa es la razón por la que sonrío.

Mirando por la ventana recuerdas que los críos de infantil tienen esa magia especial. Esa mirada inocente que tú intentas buscar en tus alumnos de primaria, pero ellos están más interesados en si conoces a Marta Díaz o si sabes que su novio Sergio Reguilón ha fichado junto a Gareth Bale por el Tottenham inglés.

Los problemas de los niños de infantil son otros, completamente distintos a, por ejemplo, los de los jóvenes de la serie HIT que estrenó el lunes La 1 de TVE. Magnífica, por cierto, pero no querría hoy recalcar en ello.

Sus problemas, y trayendo a la memoria lo que me dijo un día una de las niñas de cuatro años a las que le di Religión el curso pasado en Puente la Reina, son distintos. Iban a jugar a “papás y mamás” y una de sus amigas no le dejaba ser “el bebé” porque se lo había pedido la otra.

Y tú que con toda la sensatez del mundo le dices que por qué no hay dos bebés, ella te contesta que entonces no habría mamá. Y te parece lógico, ¿cómo van a jugar a “papás y mamás” sin mamá?, así que le das la razón a una niña a la que le pasas 22 años- porque la tiene- y le dices que se vayan intercambiando a medida que pase el recreo y vuelves a sonreír. No pueden ser más adorables.

La semana que viene sigo.

Muchas gracias por estar al otro lado familia. Gabon.


Joseju Aranaz (@jjaranaz94)




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