¡Feliz (y laica) Navidad!


Todos los años, el programa previo a las vacaciones de Navidad (o solsticio de invierno- aún no quiero entrar en ello)- lo empiezo con dudas con respecto a cuándo publicarlo, es por eso que este año haya decidido adelantarme una semana y en vez de hacerlo el día 21 he decidido hacerlo hoy. Aún no sé si la semana que viene habrá programa o no, pero estad seguros que si hay lo más probable es que lo estrenemos el jueves 20 (como el año pasado) o el sábado 22 (día de la lotería).

Imagen de la pamplonesa Plaza del Castillo con la Diputación Foral al fondo.
Hace ya bastante tiempo que los supermercados se empezaron a llenar de turrones, mazapanes y polvorones; hace tiempo que los cortes publicitarios en televisión se llenaron de anuncios de infinidad de colonias (o perfumes) o de dulces como los de El Almendro viendo su anuncio con la clásica sintonía “Vuelve a casa vuelve...”, hace tiempo también que las jugueterías mandaron a casa todos sus catálogos con una infinidad de páginas y hace también días que las ciudades “se encendieron” de cara a los días navideños.

Hace unos días una alumna de 3º de Primaria me decía: “¿sabes? Papá Noel y el Ratoncito Pérez no existen”. Y cuando yo estaba a punto de meter la gamba me suelta: “pero el Olentzero y los Reyes Magos sí” y son cosas como estas las que te vuelven a ilusionar y a hacerte creer en el “espíritu” original de la Navidad. Y digo original porque actualmente queda muy poco de ello.

En Pamplona fue el pasado jueves 29 de noviembre, día de San Saturnino, cuando se realizó el acto oficial del encendido navideño- a pesar de que El Corte Inglés se hubiera adelantado varios días a dicha fecha-, pero no sé yo si tenía mucho de “navideño”. Unas bolas por aquí, unas lucecitas por allá, algún que otro reno a la entrada de las tiendas del Casco Viejo, algún que otro lazo y copos de nieve iluminados- porque no nos engañemos, lo de Carlos III no son estrellas-...

Lo del “laica” del título viene por ello, a pesar de que por ejemplo en la calle Paulino Caballero sí que nos podamos encontrar alguna estrella que otra y en la Plaza del Castillo las Campanas tengan el mayor protagonismo- kiosko aparte, que no tiene nada de navideño-.

Lo que también me gustaría comentar es que el otro día corriendo la casualidad quiso que pasara por la calle Martín de Azpilicueta y que fue entonces cuando vi varias luces que dibujaban la silueta del Olentzero. Ese día recordé que, de pequeño, más de una vez por la Rochapea, si que había visto unas siluetas con luces parecidas y como que me hizo ilusión. Y no voy a entrar a discutir que si el Olentzero- si existió- tiene relación con la navidad cristiana o no a pesar de que en su canción en euskera diga algo así como “cuando ha escuchado que ha nacido Jesús ha venido corriendo a darnos la buena nueva”.

Otro motivo para haber escrito la palabra “laica” en el título es el sentido de la infinidad de cenas y comidas que realizamos en estas fechas: el 24 y el 25 de diciembre, el 31 de diciembre y el 1 de enero, el 5 y el 6 de enero… La Nochebuena, la Navidad; la Nochevieja, Año Nuevo; la noche de Reyes, el día de Reyes… es inevitable ganar unos kilos de más.

En mi casa somos un poquito especiales porque en vez de juntarnos la noche de Reyes, lo hacemos el día 4, ya que el cumpleaños de una madre- la de un servidor en este caso- bien vale la pena, y tampoco es cuestión de cenar dos días seguidos de más.

Pero a lo que iba… Lo que yo me pregunto es lo siguiente: vale que el 31 de diciembre todos celebremos la Nochevieja y el día 1 de enero el Año Nuevo- no me creería si alguien me dice que él celebra a “la Madre de Dios”. ¿Pero el resto de los días? Si no creemos en Dios, en que Jesús se ha hecho niño y ha nacido, ¿qué celebramos los días 24 y 25 del último mes del año? ¿En serio que os juntáis en familia para celebrar el solsticio- ¿o es el equinocio?- de invierno? ¡Ja! En mi casa tendríamos excusa porque mi padre cumple años el día 25, pero… ¿los demás?

Vale que también nos juntemos el día de Reyes y lo de la Epifanía del Señor se nos haga hasta raro, pero en realidad es eso. Epifanía significa “manifestación”, “aparición”, ya que es ese día cuando los Magos de Oriente- la Biblia no dice nada de que fueran “Reyes”- adoraron a Jesús en Belén guiados por esa estrella que brilla- nunca mejor dicho- por su ausencia en la mayoría de las ciudades en la actualidad.

Y seguramente, una tal Silvia me saque puntilla diciéndome que a ver por qué no se van a poder juntar para cenar o comer en familia ,a lo que yo contestaría… ¿Por qué en esas fechas? ¿Por qué no el 23 de marzo y el 7 de septiembre por poner dos fechas al azar?

No lo sé…

Y otra de las cosas que hemos estado discutiendo dos compañeras y yo esta mañana ha sido el tema de los regalos. Yo he dicho que el año pasado mis primas, mi hermano y yo empezamos a hacer el típico amigo invisible y que todo apunta a que este año repetiremos. ¡incluso subiendo de 10- 15€ a 15- 20€ el presupuesto!

Yo creo que a uno siempre le hace ilusión recibir regalos; a pesar de que luego sepas que los Reyes te han vuelto a traer el enésimo pijama que no utilizarás- porque duermes con una camiseta de esas viejas- y más pares de calcetines que parece que crían en el cajón y se multiplican como los panes y los peces.

En fin… Yo ya no pido nada, porque pedir A y que te traigan Z- no B, no, Z- no merece la pena.

Y tenía una anécdota más para contar pero el espacio es el que es y hoy no tenemos tiempo para más.

Me despido hasta la semana que viene si al final me decido a escribir un nuevo artículo. Sino, hasta la próxima temporada.

Zorionak eta urte berri on!

¡Feliz año! ¡Feliz Navidad!

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