"La casa de papel" (crítica)

 

(¡Cuidado spoilers de la T5A!)

Indescriptible. Imposible de contar. Explosiva.

Ha pasado una semana desde que Netflix se volviera a vestir de rojo y a enfundarse las caretas de Dalí para asaltar los hogares de España y prácticamente de todo el mundo con el estreno de la primera parte de la última temporada de La casa de papel. Faltan todavía más de dos meses para que veamos los definitivos cinco capítulos, pero la cuestión es que la jarana, como diría Nairobi, volvió.

El atraco al Banco de España encaró su recta final estallando por los aires y convirtiéndose irónicamente en un canto a la libertad. Atrapados, sí, pero con actos que emanan con la voluntad de vivir al límite.

La cuarta temporada terminó con los espectadores siendo tan rehenes como Arturito y compañía, ya que sus tramas se estiraban con innecesarios flashbacks al pasado, cosa que esta vez también ha sucedido, aunque fuera en menor medida y con historias bastante más interesantes que las pasadas, que tendrán una conexión con el devenir de los personajes.

Durante estos cinco capítulos hemos podido disfrutar de una estilizada acción que ha ido incresccendo minuto a minuto hasta que todo saltara por los aires en los últimos segundos de la ficción. Han sido episodios con mucha más dinamita, con más pólvora y más cerca del cine bélico que de una ficción nacional.

Con el Profesor como matrona, trayendo al hijo de Sierra al mundo; con Helsinki herido y siendo operado por una Estocolmo al límite. Con una banda obligada a improvisar y sin plan B una vez el ejército había entrado al banco.

Los disparos de Estocolmo a Arturo minutos antes son anécdoticos, sin importarnos si vivirá o morirá- como Gandía-. Al igual que los toques de humor que más de una vez te sacan una sonrisa, porque la acción pasa a ser ciencia ficción más propia de Fast & fourious (por ejemplo en el momento en el que Tokyo- desde la cocina- coge una granada al aire y la vuelve a echar por el mismo agujero diminuto por el que la han lanzado justo antes de que explote) que de la ficción que estrenara Antena 3 en 2017 ante más de 4 000 000 de espectadores y un 25,1% de share.

Quedan cinco capítulos de una temporada en la que la guerra, como ha dicho su creador Álex Pina, “alcanza sus cotas más extremas y salvajes, pero es también la temporada más épica y emocionante”.

Antes del estreno, Úrsula Corberó aseguraba que que Tokyo muriera tendría sentido porque era carne de cañón. Y aunque haya gente- que lo sé- a la que no le vaya a gustar, el final de esta primera parte es épico, realista y necesario. Tokyo no muere cosida a tiros- en cierto modo-, muere inmolándose y sacándole al espectador una sonrisa de oreja a oreja, porque muere matando, y porque es un cierre perfecto para su personaje, muy lejos del dolor que nos causó ver morir a Nairobi.

Volvemos en siete días. ¡Feliz fin de semana familia!


Joseju Aranaz (@jjaranaz94)

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