Con capacidades especiales


          Dejémonos de etiquetas. Que son como tú y como yo. Ante todo personas. Con sus sentimientos, con sus problemas, con sus dificultades, sus alegrías y sus penas como las que puede tener todo ser humano.

            Que manía con llamarles “personas discapacitadas”. Mejor que antaño está sin duda la terminología utilizada, pero cuánto camino nos queda todavía por recorrer. No vamos a recordar términos pasados. No, por Dios. A mí en particular me gusta denominar a estas personas como personas con Síndrome de Down. Porque considero que discapacitados somos todos. Sí, han leído bien. Yo en particular me siento capacitado en pocas cosas y discapacitado en muchas, y dejemos a un lado mi tartamudez, que no estoy hablando de eso. Capacitado en aquello que domino, en todo lo que tiene que ver con mis fortalezas y muy discapacitado en lo referente a mis debilidades que también las tengo. Tan sólo son personas marcadas de por vida por un caprichoso cromosoma, el número 21, pero son muy capaces. Discapacitada, lamentablemente, es esta sociedad actual que tenemos, que en pleno siglo XXI todavía no es capaz de dar respuestas apropiadas a estas personas.

            Y si no vean el caso de Pablo Pineda Ferrer. Hablo de él por ser conocido por todos después de colaborar más de una vez con El hormiguero 3.0 de Pablo Motos en Antena 3 o tras haber participado muchas veces como padrino en el Pasapalabra que presenta Christian Gálvez en la franja vespertina de Telecinco. La cuestión es que detrás de Pineda está representada cada una de las personas. No obstante, Pineda, por ahora es la primera persona con Síndrome de Down en obtener dos títulos universitarios. Es Licenciado en Psicopedagogía y Diplomado en Magisterio.
El psicopedagogo y maestro Pablo Pineda Ferrer.

            No tengo el gusto de conocerlo personalmente- aunque me encantaría tenerlo alguna vez en el TEVDA, de veras- pero algo tenemos en común; ambos decidimos estudiar Magisterio. Él una diplomatura y yo un grado, el en castellano y yo en euskera, pero Magisterio al fin y al cabo. Aunque eso sí, con una injusta diferencia importante. Yo supongo que en un futuro tendré la inmensa fortuna de trabajar en lo mío y él, sin embargo, no podrá ejercer. Bueno, no podrá no… No le dejarán que es diferente.

            Los motivos todos nos los podemos imaginar pero ¿por qué? ¿Porque tiene Síndrome de Down? Pero, vamos a ver, ¿acaso no es verdad que en todos los centros educativos se habla con orgullo de integración, de igualdad de oportunidades para todos, de mentalidad abierta etc.? ¡Ja! Y llega la hora de la verdad y que… Todavía, desafortunadamente, nos siguen pesando los prejuicios, el qué dirán los padres (e incluso los compañeros- o quien te haya contratado-) si el profesor de su hijo tiene Síndrome de Down.

            La realidad debería ser otra. Deberíamos romper cadenas, miedos, prejuicios, cobardías y ser valientes. Dar pasos firmes hacia adelante. A Pineda se lo tendrían que rifar en los colegios. No solo por él, que lógicamente también porque vería cumplido un sueño, sino también por los demás. Porque Pineda, al igual que cada una de estas personas que padecen este síndrome, es un ejemplo de superación, de lucha y de entrega. En resumen, es una lección de vida y todo esto a nuestros alumnos les enriquecería y les haría crecer como personas, ser más auténticos y tener una mentalidad abierta para que el día de mañana puedan hacer de este mundo un lugar mejor.

            La escuela, y la educación en general, deberían apostar realmente por educar para la vida, proporcionando a sus alumnos lecciones de vida. Ese debería ser el gran cambio educativo y nuestro principal objetivo, porque el mundo necesita soñadores y “hacedores” de sueños. Pero sobre todo el mundo necesita soñadores que hagan. Que se siga teniendo siempre el coraje de perseguir los sueños y se confíe en la certeza de que tarde o temprano se harán realidad.

            Pero aparte de este tema hoy también me gustaría escribir unas pocas líneas acerca del capítulo que vimos anoche en La 1 de TVE. El último capítulo de la 19ª temporada de Cuéntame cómo pasó por el momento porque les ha pillado el toro y no tienen más capítulos grabados. Les quedan aún 10 de esta temporada que previsiblemente verán la luz en otoño, y aun así la cadena pública a renovado la serie por una 20ª temporada que como siempre se podrá ver a partir de enero del año que viene.

            Ha sido una temporada bastante corta y personalmente no me ha parecido tan emocionante como las tres últimas en las cuales los guionistas se superaban capítulo tras capítulo. Me ha parecido una temporada plana en la que aunque todas las parejas hayan tenido más bajos que altos al final se han asentado.

            Entre lo más destacable la aparición del padre de Karina- el cual no sabemos si tras la puñalada que le dieron en el 8º capítulo de esta tanda morirá o no-, la aparición del primer transexual y el atentado de ETA en Barcelona con 23 muertos y muchos heridos.

            Precisamente aquel atroz atentado es el que pudimos ver anoche en pantalla. Lo sufrieron Oriol y Marcos (el hijo y la pareja de Inés), pero como no podría ser de otra manera ambos salieron sanos y salvos tras una escena en el que el fuego levantó por los aires todo lo que estaba a su paso. La escena de una calidad estrepitosamente mala pero la piel de gallina se nos puso a todos por igual.

            Os emplazo ya al domingo donde estrenaremos- si la lluvia no lo impide- la procesión que se celebrará en Pamplona por ser Domingo de Ramos. Ese programa lo estrenaremos a las 15.00h.

           Y yo ya me despido así hasta después de Semana Santa. Volveremos el día 6 de abril, tras solo una semana de descanso.


            ¡No nos fallen! Adiós.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mariposillas en el estómago (o algo así)

A mis abuelos; a los cuatro

Desde que estoy en la Manco