Desde Iranzu (y II)

 

Lo sé. Soy consciente que hace ya más de un año que publiqué la primera entrega sobre los nueve días de julio de 2019 que pasé en el Monasterio de Santa María la Real de Iranzu como monitor de campamento. No he sido constante y si os soy sincero no ha habido ninguna razón para no serlo.

La primera entrega tuvo una audiencia aceptable (3 000 personas) y si un viernes del verano pasado lo dedicamos a volver a anunciarlo es porque creía firmemente que a lo largo de este curso tendríamos la ocasión de escribir mucho más.

Es increíble que, por ejemplo, sobre las convivencias (que duraron 24 horas) escribiera ocho páginas y sobre estos nueve días en Iranzu vaya a publicar un máximo de tres. Pero así son las cosas…

Tampoco sé si tiene mucho sentido hacerlo después de un año, pero nunca me gusta dejar las cosas a medias, así que supongo que tiene sentido para todas aquellas personas que leyeron el primer especial y quieren que explique lo que dejé entrever.

Allá vamos, aunque si te perdiste aquel especial puedes leerlo pinchando aquí. Ahora, el segundo.

Al ir desde otra parroquia distinta a la de Sarriguren, está claro que fui el último en llegar, pero Manu tuvo que apostillar en aquella última noche que no era un chiste; que ¿por qué? Pues porque durante los nueve días que estuvimos en el monasterio, dos días me quedé dormido nada más sonar la alarma y en vez de levantarme a las 07.00h para que los adultos tuviésemos un rato de oración antes de despertar a los críos y desayunar, me desperté a las 08.30h y ni pude ducharme ni nada. Vestirme y a funcionar. En fin…

En el primer especial también dije que la distancia entre Abárzuza e Iranzu era de 40 minutos andando (unos 3km) y la cosa es que el día que fuimos a la piscina, Ángel Aranguren y yo (a pesar de que él ya había estado como monitor más de una vez en tierra Estella) nos jugamos un helado (o algo así) según lo que tardáramos en llegar a las piscinas de Abárzuza. Entre 40 y 45 minutos: perdería yo. Más de 45: perdería él. Total, que no gané por que llegamos en 42 y tuve que pagarle un helado.

Uno de los que más disfruto durante el campamento fue Manu (quizás más que los críos- cansancio a parte-) pero también sufrió. ¿Por qué? Pues porque tenía miedo que saliera a la luz todo lo que habíamos vivido juntos tiempo atrás en Roma. Finalmente yo no conté nada a pesar de que, al menos Ángel, leyera todo lo que vivimos en el verano de 2013 en la Ciudad Eterna gracias a mis artículos.

Nos quedan los cubatas pasada la media noche, los 10€ que gané por abstenerme de picar todo lo que sacaron en una de las veladas que se solían alargar más de costumbre (así que uno no podía dormir solo cinco horas), el día de fiesta, el del rancho con los padres con todo lo que trajeron, el chiste que contó Javier sobre el monasterio, las monjas italianas y el “ángelo”, lo de las banderas, las timbas de mus, las canciones de Fito, los fuegos artificiales, la película de Wonder y mil historias más.

No hace falta explicarlas porque no hay espacio y hoy estos especiales, por falta de constancia, llegan a su fin.

La semana que viene tampoco habrá TEVDA (de estreno) por ser Viernes Santo. Regresaremos el 9 de abril con un programa que decidiréis vosotros entre dos opciones que os daré muy pronto a través de redes sociales.

¡Descansad durante Semana Santa familia! Gabon.


Joseju Aranaz (@jjaranaz94)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Seguimos educando

Desde que estoy en la Manco

A los compañeros de Mancoeduca (I)