Diario de una JMJ (VII)
Tengo la sensación de que hemos
pasado la mitad de la JMJ viajando en metro y la otra media caminando bajo el
sol.
Domingo, 30 de julio
Anoche
nos tardamos un rato en dormir, porque hay que ver la capacidad que tiene esta
gente de decir tonterías a la hora de irse a la cama (que lo de “cama” es solo
un decir, pero bueno…). Y a un servidor todo se le pega. No quiero adelantar lo
que ha pasado esta noche porque quiero llevar un orden cronológico y porque
todo llegará. Es posible que en un mes- mes arriba mes abajo-, pero llegará que
es lo verdaderamente importante, o eso espero.
Total,
que nos hemos levantado a las 07.00 porque a las 07.30 teníamos que estar
desayunando. Hemos tenido misa en el jardincito del que hablé hace 21 días y hemos
salido para Bom Jesú do Monte.
Para
el café bebido que suelo desayunar, el Cola
cao y los dos bollos de leche me han parecido demasiado, pero tampoco me
voy a poner exquisito, que a estas alturas nadie diría que iba a dejar mi escrupulosidad
a un lado una vez llegáramos a estar con el Papa la noche de la Vigilia.
Para
irnos conociendo un poquito, nos han puesto en parejas de tres para que
fuéramos hablando con alguien antes de no morir en el intento, porque la subida
está siendo criminal (ríete tú de la cuesta mort de San Damiano, me estoy acordando
de ti María Romero); y me ha tocado hablar con Cristina Sagués (de San Juan Bosco al parecer, a pesar de que no tuviera constancia de ella; quinta mía) y con
una chica que acaba de cursar 2º de Bachiller de la parroquia San Francisco
Javier. Con la primera tenemos a gente en común conocida de Jaso y con la
segunda pues no demasiado, pero para no conocernos de nada, se nos ha dado
bastante bien.
En
la escalinata ya nos hemos desperdigado un poco, y cada cual- previa parada a
mitad de camino para no morir de deshidratación- ha subido como buenamente ha
podido.
Seiscientas
y pico escaleras y hay gente a la que creo que le están pareciendo pocas. En
este particular vía crucis, porque al final de cada tramo de escaleras hay imágenes
en tres dimensiones y a tamaño real de la Pasión del Señor, lo que más te
fastidia (y este fastidiar se escribe con J) es que Laura Samaniego vaya unos
pasos (siendo muy generoso, porque igual son palmo y medio de escaleras) por
delante de ti. No le ves la cara, pero tienes la impresión de que va sonriendo,
como si las casi 700 escaleras no fueran con ella. En ese momento, Ignacio
Lassa se ofrece a hacerle una foto con la escalinata detrás, y al girarse
confirmas que sí, que sonríe, aunque tienes dudas de si sonríe porque es así o
simplemente se está descoj*nando. De ti, obviamente. A ti, que te cuesta no
atragantarte con tu propia respiración y ella que va como si fuese por la
campiña dorada con una brisa agradable y unos 23ºC de temperatura que, aunque
en realidad haga 26, a ti te da la impresión de que no bajamos de los 50ºC a la
sombra.
Volvemos
en siete días con más. Gabon familia.
Aranaz, Joseju (@jjaranaz94)
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