Gafas, churrerías y otras tonterías

 

            Cuando yo me las daba de runner (recuérdalo aquí) y salía a correr tres días por semana un par de horas cada día, no me preguntéis por qué, siempre me daba de bruces con una churrería. Todos, TODOS los pueblos (o ciudades, que acabamos de empezar el artículo de esta noche y no queremos que se nos enfade nadie tan pronto) tienen su churrería. Más grande, más coqueta, totalmente grasienta (de esas que va una inspección de sanidad y te la cierran de por vida), pero en todos hay una. Y a uno que solo come churros, con suerte, una vez al año por San Fermín, se le hace duro.

            Que vas a Zizur, nada más entrar. Que vas a Barañáin, a lo pocos metros de decir “ya estoy fuera de Pamplona”. Que entras al Valle de Egués, nada más ver Sarriguren. Y así en Ansoáin, Orkoien y todos los pueblos (digamos “localidades”, perdón) que se os ocurran de la Comarca de Pamplona.

            Yo, aparte de La Mañueta, solo conocía las churrerías de Carcastillo y Barásoain. Esas en las que solo funcionan a pleno pulmón en fiestas de agosto (y sobre todo en horario de tarde- noche). A eso de las 21.00h que salen los gigantes y a las 21.30 que llegan al cruce en Carcastillo o sobre las 20.30h que comienzan “los bailables con cabezudos y la orquesta” que dice el programa de fiestas de Barásoain.

            Hasta ese momento no habías entendido el dicho de “hacer X como churros”.

            Y uno, cuando corre, con el azúcar por los suelos, es más débil que de costumbre. Pero ya os he dicho que solo como churros por fiestas (lo de “una vez al año”, era un decir), así que no me parecía de recibo ir corriendo y cual gordo apretarse una docena entre que sales de casa y buscas una churrería donde sea.

            Y como estamos hablando de este deporte, que ahora entiendo lo que me decía Rakel Mendioroz hace años (que “correr es de gallinas”), soy consciente de que empecé a correr con unas gafas que me regaló tita Ana en la cabeza cuando el pelo me molestaba. Pero que a pesar de ir perdiendo pelo y ver que no había nada que me pudiera molestar no me las he quitado nunca. En fin, manías que tiene uno y que, al menos, durante la San Silvestre anual, es algo que sigo manteniendo.

            No hay tiempo para desvariar más y añadir las “otras tonterías” que he utilizado en el título porque me ha parecido que rimaba.

Feliz finde queridos. Volvemos en siete días.


Aranaz, Joseju (@jjaranaz94)

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