"Pedazitos" de mi (XV)
“Jajajajajjajajajaja dale” han sido las
últimas palabras que hemos escrito en el grupo de WhatsApp que tenemos Camino Zorraquino, Elena Cabezón, Jon Barberena y un servidor, y si os soy sincero no
puedo contaros por qué Elena ha contestado esto a lo propuesto por Jon líneas
atrás y Camino no ha dudado en reprobarlo. Somos “la resistencia”, y no os lo
puedo decir porque somos maestros y profesores medianamente respetados y
tampoco es cuestión de que montemos una escuela alternativa (que dudo mucho que
estuviera homologada) y que una de nuestras asignaturas trocales fuera… Hace
unos años lo hubiera dicho sin ningún tipo de pudor, pero a día de hoy, con lo
blanco que intenta ser el TEVDA… No
lo puedo decir, lo siento…
A
amigos como Eñaut Aldasoro, Iker Ibero y Mikel Martínez (porque no sé si
deberíamos incluir también a Iñigo Urtiaga aquí) no se les hará extraño que en
otro grupo más yo siga siendo la voz de la razón, de la cordura y de la
sensatez, pero es que es así.
El
artículo de esta noche- y lo digo desde ya-, va a ser un despropósito; un poco,
siguiendo la línea del equipo de gobierno que este curso ha salido electo como
representantes de los alumnos del grupo I (creo) de los que hemos cursado el C1
de inglés en la Escuela de idiomas. Con Camino como delegada (que minutos antes
de la votación dijera que votaran por mi le hizo boomerang) y con un servidor
como subdelagado. Con Jon como mano derecha de ambos (sus apuntes han sido
clave) y con Elena (apodada la “Casper”, por nuestra líder) como mano izquierda,
si es que hacía acto de presencia por la EOIP.
Y
va a ser un despropósito, si al final me queda espacio para escribir un párrafo
sobre cada uno, para contrarrestar un poco lo que le dije hace unos días a
Camino. No es cuestión de que se venga más arriba de lo que ya está.
Tras
haber tenido unos compañeros y compañeras tan fantásticas el año pasado, este
curso tenía bastante altas las expectativas, pero consciente de que iba a ser
realmente complicado repetir lo del curso anterior. Pero la vida siempre
aguarda sorpresas y ha sido un curso realmente fructífero. No sabría deciros si
el año pasado fue mejor que este, porque no es lo mismo tener a compañeras que
van a hacer la EvAU o que estén ya currando como maestras. Se lo dije a Candela
Gastón o Nerea Arriazu el año pasado (primera vez que salen), y este año os lo
vuelvo a repetir a vosotros públicamente: ha merecido la pena haber
compartido este curso mano a mano; porque a pesar de que no encontráramos una
felicidad para ir, sí que nos la llevábamos al volver a casa.
Eráis
la mayor razón para ir, y considero que nos hemos hecho amigos. La diferencia
de edad es (casi) mínima entre nosotros y yo creo que podría tener un largo
recorrido. No como cuadrilla, pero sí con la capacidad de reunirnos por
Navidad, San Fermín y Semana Santa (una vez por trimestre- que se note lo que
hemos estudiado…-) para ponernos al día, desvariar un poquito y mantener ese
contacto que me alegro de haber encontrado este año.
En
este momento no es importante confesar que a principio de curso no sabía
diferenciar a Jon de otro compañero que dejo de venir a clase después de Reyes.
No es relevante decir que empecé las clases sentado a la izquierda de Camino
pensando (desde el primer día), que quizás en algún momento podríamos llegar a
ser amigos (y mira tú por donde…). Y tampoco veo necesario remarcar lo que nos
preguntamos todos el primer día que Elena vino a clase: ¿si su nombre se
escribía con H? No; que por qué hablaba inglés al mismo nivel que la profesora.
Quedan muchas cosas por decir; entre
ellas la historia- digna de película (desde aquí hago un llamamiento a María Monreal)- de como Camino conoció a su pareja. O la de como Jon acabó trabajando
en el programa de educativo de la Manco. O de por qué le doy pie a Elena a que
me vacile tanto sin tener lugar a réplica.
Lo dejo en vuestras manos, por si
llegado el momento, lo que queréis contar.
En fin, que os espero en siete días con
la procesión de San Fermín.
¡Feliz fin de semana!
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