"Cualquiera puede ser maestro"
El próximo 27 de noviembre se celebrará el día
de los maestros, es por eso que unos días antes de que lleguemos a
dicha fecha os traiga otro artículo relacionado con todo lo que
supone ser profesor de Educación Infantil y/ o Primaria. Hace ya un
tiempo que publiqué la magnífica carta que había llegado a nuestra
redacción de la mano de Daniel Poyatos (podéis leerla pinchando
aquí), pero hoy me apetecía compartir con vosotros cosicas que te
puedes encontrar por internet y que a uno nunca le dejan de
sorprender.
Mi intención esta noche es mostraros solamente
dos fragmentos distintos que no tienen desperdicio; a pesar de la
infinidad que uno puede llegar a encontrarse navegando por la web.
Estoy seguro de que próximamente llegarán más. Solo deciros que mi
intervención no va a ser mucho mayor que la de esta introducción.
(La conclusión, vale, pero bueno...).
A ver que os parecen:
1. La verdad es que estoy bastante harta. El
otro día, en la cola de un centro comercial, pude escuchar a unas
dos personas decir claramente: “qué suerte eso de ser maestro.
Ganas un pastizal por un trabajo que lo puede hacer cualquiera y
tienes un montón de vacaciones. Así yo también vivo.”. Ya sabéis
que yo no me callo ni debajo del agua y tuve que responderles: “pues
si lo puede hacer cualquiera, les invito a que lleven a cabo su tarea
durante una semana, a ver si piensan lo mismo después de esos días”.
Estos comentarios tan
hirientes son el pan de cada día y muchos docentes los tienen que
escuchar casi en cualquier sitio. Expresar que todas las personas
pueden ser profesores es igual que decir que todo el mundo puede ser
médico, bombero, carpintero o peluquero.
¿Todos los seres humanos están preparados
para entrar en un quirófano y salvar la vida de alguien? Por
supuesto que no. ¿Todos los seres humanos están preparados para
meterse en un edificio en llamas y salvar a la gente? Por supuesto
que no. ¿Todos los seres humanos saben construir muebles increíbles
o realizar un corte de pelo que sea la última tendencia? La
respuesta es no.
Entonces, ¿por qué esos comentarios hacia el
maestro? La contestación sigue siendo la misma: no, no todos los
seres humanos están preparados para ser profesores. Y os explicaré
con mucho gusto los motivos por los cuales no todas las personas
pueden estar en un aula.
Para empezar, un maestro tiene un nivel de
responsabilidad elevado. Si hablamos de los educadores infantiles,
ellos trabajan con niños de 0-6 años. Tienen que preocuparse de que
los pequeños se sientan seguros, estén tranquilos, disfruten de su
día en el centro, aprendan cosas nuevas, descubran, vivan
experiencias, se relacionen con los compañeros…
Son los encargados de fomentar su autonomía,
su independencia, su creatividad, su interés, su imaginación… Y
además de todo eso, en muchas ocasiones tienen que desempañar el
rol de enfermeros cuando un niño se pone malo y cuidarlo. Por no
hablar de la comunicación con las familias de los pequeños, la
preparación de actividades, de juegos, de materiales… ¿Tienen
todos los seres humanos ese nivel concreto de responsabilidad? No, os
lo aseguro que no.
Si seguimos avanzando por las demás etapas
educativas, un maestro de primaria se encuentra en la situación de
que tiene delante (en el mejor de los casos) a veinticinco alumnos
diferentes. Y con diferentes me refiero, a que algunos de ellos
pueden presentar necesidades educativas especiales, otros pueden
estar increíblemente desmotivados, otros tienen problemas con las
habilidades sociales, y a otros les cuesta comprender las
explicaciones.
Veinticinco estudiantes con un único docente.
Os podéis imaginar que aunque el propio profesor quiera, no va a
conseguir darles atención a todos cómo de verdad se merecen. Vamos,
que es muy complicado teniendo esa cantidad de alumnos en un aula.
Así que, el estrés, que puede generar estar en una clase, no todos
los seres humanos lo soportarían.
Si la gente abriera un poco la mente, se daría
cuenta que a los maestros “no ganan un pastizal por no hacer nada”.
A parte de preparar las clases de cada día, tienen reuniones con los
demás profesores y el personal educativo y también con los padres.
Tienen que preparar exámenes y corregirlos, revisar los trabajos de
los estudiantes y por supuesto, redactar el boletín de notas de
todos ellos.
Afortunadamente, he podido comprobar, que si
eres docente, en muchas ocasiones te olvidas de irte a la cama a las
diez de la noche, y la preciosa mesa de trabajo que antes servía
únicamente para decorar, ahora está llena de pruebas, folios,
documentos y hecha un auténtico caos.
Y que por supuesto, las excesivas vacaciones
que tanto se mencionan por ahí, no son tales. Muchos profesores,
están los centros hasta mediados de julio para terminar las últimas
reuniones. Las Navidades, las emplean para corregir trabajos
atrasados para tenerlos cuanto antes. Y la mayoría de ellos, antes
de que empiece de nuevo el curso escolar, ya están programando el
temario, actividades, materiales…
Así que decidme, ¿dónde se queda ese
periodo estival tan largo? En ningún sitio, lo que pasa que es muy
fácil hablar de algo de lo que mucha gente no tiene constancia.
“¿Los docentes? ¡Bah! Pero si no hacen nada nunca!”. Señores y
señoras con un máster en criticar siempre a los demás: los
profesores tienen la llave para que vuestros hijos se conviertan en
mejores personas, más capaces, con valores y con habilidades a
desarrollar día tras día.
“Cualquiera podría ser maestro. Hasta yo”.
Claro que sí, simplemente por esa afirmación, propongo a todas esas
personas tan sabias, tan profesionales y con tanta empatía (nótese
la ironía), que entren un día entero en un aula. Que sean ellos los
que estén delante de los alumnos, los que resuelvan sus dudas, los
que sean mediadores en caso de conflictos, los que preparen
actividades que despierten el interés de los estudiantes.
Que sean ellos los que gestionen sus propias
emociones cuando sientan que no pueden más y que la situación se
les va de las manos. Que sean ellos los que se impliquen con los
alumnos y sus familias. Que ellos sean los que se encarguen de que se
de un adecuado proceso de enseñanza-aprendizaje. Y por supuesto, que
sean ellos los que adapten materiales educativos en los casos que
hiciera falta. Entonces que, señores y señoras “los docentes no
hacen nada”, ¿cuándo empezáis vuestras prácticas?
¿Había dicho dos
fragmentos? Jajajaja. Solo ha entrado uno. No tenemos espacio para
más. Dadle vueltas y vamos hablando.
¡Hasta la semana
que viene! Gabón.
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