Cuestión de confianza
Esta
semana he confirmado eso que se suele decir, que nada
es lo que parece. Y no lo digo por la Navidad que ha
sido un “visto y no visto”. Nada es lo que parece, ni siquiera
las amistades, y mucho menos ahora con las redes sociales y todos
esos sentimientos expresados por emoticonos. Siempre he sido bastante
confiado.
Las experiencias, en muchas ocasiones, me han enseñado que me he
equivocado. Pero puedo decir que también han sido muchas las
victorias, y todas ellas han merecido la pena. Seguro que puedes
decir lo mismo. Así que, ¿por qué no arriesgar a que nos partan el
corazón, no? Y no me refiero sólo a amoríos, estoy hablando de
algo más grande.
Hace
poco una amiga se ha llevado un chasco del que va saliendo poco a
poco. La he mirado y he pensado, vaya, podría haber sido yo. De
hecho, en un pasado, lo fui. Nadie se lo hubiera esperado, todo
parecía indicar lo contrario pero, cuando menos te lo esperas, ahí
va. Ese dolor intenso que dan las malas noticias imprevistas. A
veces pienso que no puedo confiar en nadie más
que en mi
mismo.
Desde luego, siempre quedará la familia. A veces veo cómo
la gente se hace daño, cómo nos cuesta tanto hacer las cosas bien.
Y estamos destrozando aquello que hará que esa persona comparta sus
pensamientos, sus ideas, sus penas, sus alegrías. Estamos
destrozando su confianza en nosotros y, vaya, la confianza no se
compra, no se pide, y mucho menos se exige. La
confianza se gana, y pocas cosas en la vida van a costarte tanto.
Me
duele pensar que siempre estará ahí, esa incertidumbre. Que siempre
titubearé al poner la mano en el fuego por alguien. Que ni siquiera
tengo claro que pudiera hacerlo. ¿Quién
me hizo tanto daño para poder afirmar una cosa así?
No lo sé, la vida, digo yo, y mira que aún me queda por
vivir, o eso espero. ¿Realmente
estamos tan solos?
Respecto a las parejas,
dicen que vienen y van pero cuando estás inmerso en una
relación realmente piensas que va a ser la última, la definitiva,
que nunca te hará daño y siempre podrás contar con ella. Y que, de
tener punto y final, será por mutuo acuerdo.
Me
recuerda a la película “Planes de Boda”, tal vez ahora
no recuerdes el título, pero yo no puedo olvidar como un Matthew
McConaughey quince años más joven se enamora de su wedding planner,
Jennifer Lopez, y deja tirada a su novia en el altar. Y a ésta le
parece bien, porque en realidad no quería casarse y todo queda en
una divertida equivocación con final feliz. Me da la risa floja
pues, en la vida real más allá de las comedias románticas, las
cosas son diferentes. Pero qué vamos a hacer si no, no podemos vivir
con el miedo a que nos abandonen o nos traicionen. Y lo mismo pasa
con las amistades, nunca piensas que vayan a cambiar, que se vayan a
distanciar, que realmente nunca fueron como creíste.
¿Y
qué podemos hacer? Si cambiamos, si ya no tenemos nada en común, si
no estamos de acuerdo, si dejamos de querer, si queremos a alguien
más. Somos sólo
personas, nos decía
el bueno de Dani Martin en
una de sus canciones, y va a
ser verdad que su canto
no tenía tanto de loco.
Pues
bien, al menos, vamos a hacer
las cosas lo mejor posible.
Vamos a hacerlo por delante, a dar explicaciones y a
admitir la culpa, de
tenerla. Vamos a sonrojarnos, aunque se nos caiga la cara de
vergüenza, pero a hacer las cosas bien. No hay nada peor que la
incertidumbre y solemos pecar de egoístas.
A decir verdad a este programa le puse título cuando aún tenía
las páginas en blanco. Lo estoy escribiendo ahora- a pocas horas de
publicarlo-, y es que en Navidades no me ha dado tiempo y me ha
pillado el toro. Me apetecía escribir acerca de la confianza en
lineas generales y la idea se me ocurrió el 29 de julio del verano
pasado. Hace casi seis meses. No son cosas que se me vienen a la
cabeza porque sí, ya que cada programa tiene su porqué. Ahora mismo
el de este da igual, ya que la falta de confianza de aquella amiga-
no hacia mi- por la que empecé a maquinar este programa parece
parcialmente recuperada.
Pero
la cuestión del asunto por
la que empecé a escribir estas
líneas es que somos
demasiado jóvenes para estar tan tristes y tan preocupados.
Muchas
veces miramos a nuestra
pareja y nos replanteamos si es con quien queremos estar “para
siempre”. Si es el amor de nuestra vida, si nos gusta total y
absolutamente todo de él/
ella y si nos vemos en un
altar, firmando papeleo, o compartiendo- aunque
no suene muy higiénico-
cepillo de dientes. ¿Realmente
tenemos que estar o no con alguien por quien seremos en diez años?
Pensamos, si nos asusta nuestra soltería, si creemos que nos
quedaremos forever alone
o nos convertiremos en la loca (“el
loco” en este caso) de los
gatos. Vaya si pensamos, que durante unos instantes nos creemos que
necesitamos una pareja para ser felices, que se nos acaba el tiempo.
Si mantenemos una relación porque va siendo hora de estabilizarnos.
Qué razón tan fea es esa para estar con nadie. Si alguien te mira a
los ojos, te coge las manos y te dice que está contigo por
estabilidad: corre.
De
todas esas decisiones, ya se encargará nuestro yo del futuro. Que
nos encasillamos en el pasado, y pensamos que no podemos avanzar,
cuando somos nosotros los que no nos ponemos en marcha. Según
el psicólogo de Harvard, Dan Gilbert, el 75% de las personas es
feliz dos años después de las peores tragedias que podamos
imaginar. Los seres
humanos tenemos el mejor mecanismo de defensa, la memoria, que nos
permite olvidar. No hay mapas trazados, no hay libros de autoayuda,
ni hay ninguna clave para conseguir la felicidad. De vez en cuando,
lo mejor es dejar la mente en blanco y, simplemente, disfrutar de lo
que va llegando, y despedirse de lo que se va.
Que
la vida cambia de repente en un instante, y todo lo que teníamos en
mente se esfuma. Y lo bueno que nos queda es que somos jóvenes, para
cambiarlo todo en un segundo. Todo
puede ser conquistado, podemos invadir cada aspecto de nuestra vida y
hacerlo nuestro.
Así
que tú, que me lees, no me
decepciones.
No puedo pedirte que no cambies, pero al menos, intenta hacerlo
conmigo. No destruyas mi confianza en ti. Porque al darte mi
confianza me volví vulnerable ante ti. Hazlo bien, por lo que hemos
sido, por nuestra amistad, por nuestro amor, por el cariño o el
respeto que me tengas. Porque
tú puedes confiar en mi.
Y
aunque no lo creáis la cifras de esta pasada 6ª temporada dicen que
puedo seguir confiando en vosotros. El año pasado, de julio a
diciembre nos leísteis 7.556 personas, y este año esa cifra a
aumentado a un total de 9.749.
Es decir, sois 2.193
personas más. Hemos mejorado mes a mes los datos del año anterior y
desde que tenemos cifras numéricas (septiembre de 2015) aún no ha
llegado el mes en el que no hayamos superado la cifra de ese mismo
mes en años anteriores. Llevamos 16 meses consecutivos mejorando y
eso es gracias a vosotros.
Además,
los programas dan fe de ello y es que dos programas de esta última
sexta temporada (la de desde septiembre a diciembre de este año que
hemos terminado hace unos días) han logrado entrar en el TOP 10 de
lo más visto dentro de Obama´s Channel. Hablo de Se
acabó el
verano, maldito septiembre
y de Carta abierta de un
maestro. Están en
cuarto
y segundo
puesto respectivamente; el primero con más de 850
visualizaciones y el segundo superando
holgadamente las 1.200.
Es
por ello que una vez más me toque daros las gracias.
Solo
deciros, que esta temporada mi confianza es plena y que, como hasta
ahora, os espero cada viernes, a las 22.15h; en Obama´s Channel.
Arranca la T7.
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