Diario de una JMJ (IV)
Soñemos y hagamos soñar
Sábado, 29 de julio
Anoche
tuve la suficiente confianza en mí mismo como para no mirar el horario y
arriesgarme creyendo que la panadería de debajo de mi casa abriría a las 07.30h
“o así” (muy importante el entrecomillado) y resulta que al ir me han dado con
la puerta en las narices. Total, que he tenido que buscar una panadería a 10
minutos para no ir muy pillado de tiempo.
Que
sí, que ya dijimos en la entrega anterior que la puntualidad nunca ha sido el
punto fuerte de los I Becchi, pero
Laura Lizarraga ha escrito a la 07.49h (habíamos quedado a las 08.00h) para
preguntar dónde estaba la gente y me he empezado a preocupar un poquito. ¿Para
un día que voy a llegar unos minutos tarde hay gente que ya está ahí? Así son…
Salimos.
Ya no hay vuelta atrás. Nos esperan unas larguísimas 10 horas de viaje. 742 km.
Y a eso súmale que la chica que llevas a tu lado se pasa más de 9 horas
dormida. ¿Con la boca abierta? Tampoco es imprescindible decirlo públicamente.
Empezamos
hablando un rato (experiencias guays de coles, que alguna- porque no todas- ya
se han podido leer en el TEVDA), pero
pasa lo inevitable. Aguanto poco con el periódico- en verano las cuatro hojas
que vienen no dicen nada interesante- y me pongo a intentar hacer el autodefinido
que viene en las páginas finales.
En
ese momento, Marta abre el ojo izquierdo y se pone a hacerlo conmigo para
darnos cuenta que ninguno de los dos tiene mucha cultura “autodefinil”- si es
que existiera la palabra- y empezamos a rellenarlo con la inestimable ayuda de
Google- qué triste esto, porque es un poco como hacer trampas al solitario-
antes de que ya llevemos más de dos horas en el autobús y toque hacer el primer
alto en el camino.
Volvemos
en siete días. No hay espacio para más. Gabon familia.
Joseju Aranaz @jjaranaz94)
Comentarios
Publicar un comentario