Diario de una JMJ (V)

 

La JMJ ha sido muy intensa, pero en mayor o en menor medida, a todos nos ha ayudado a crecer.

Dejábamos de escribir el otro día diciéndoos que Marta Monreal y un servidor estaban intentando completar un autodefinido haciendo trampas (qué triste esto…), así que retomamos desde ahí.

Han dado las 11.30h, y aunque sea un poco más tarde de lo que yo me creía, hemos hecho la primera parada en un área de servicio entre Burgos y León. ¡Pero si hay 175km entre ambas! me diréis algunos. Para que veáis mi sentido de la ubicación… Es una parada corta. Vemos que ya hay muchos belgas, suizos y franceses (quizás en nuestra misma dirección), pero hace ya un rato que hemos dejado las retenciones que hemos sufrido a eso de las 9.50h de la mañana y al regresar al autobús nos han dicho que volveremos a parar a las 14.30h para comer.

Ese horario se cumple cuando llegamos a Palazuelo (a unos 45 minutos de León), pero antes, no sé por qué, entro al Twitter de Marta (inactivo desde 2015) y me dice que le mande un par de fotos de entonces para que las comparta con su hermana. Como veis, el pasatiempo ha podido con nosotros y mientras me decido a hacer el sudoku (pone que es “fácil”, pero me cuesta un rato), hay gente que vuelve a cerrar el ojo, y al final, uno también cae.

Lo que más me sorprende es la capacidad de Leire Albéniz para haber dormido más que Marta durante todo el viaje (y ya os digo que el problema lo tendrá por la noche después de llevar dormida durante todo el día).

Personalmente, no me siento cansado, cosa que cambiará a las 18.15h, pasemos la frontera y haya que cambiar el reloj para que vuelvan a ser poco más de las cinco de la tarde. El viaje se empieza a hacer pesado. No hay ni control fronterizo ni nada (y es esa seguridad la que en este tipo de viajes te dan la confianza; en fin…) y a eso de las 19.00h, hora lusa, llegamos al camping de Braga donde nos alojaremos por dos noches hasta el lunes por la mañana.

Al dejar tierras castellano leonesas, he querido sincronizar el reloj con el teléfono para que el reloj también se cambiase de hora como ha pasado con el móvil nada más cambiar de estado.

Y aquí puede que Marta tenga una versión distinta a la mía con respecto a lo que paso o dejó de pasar gracias a (o por culpa de, según las versiones) su inestimable ayuda. Desde aquí hago un llamamiento para que, queriéndolo contar, el próximo especial, lo empecemos con sus palabras.

Os prometo que en el próximo artículo, ya empezamos a contar la estancia en Braga. Hoy, hasta aquí.

¡Feliz fin de semana queridos! Gabon.


Joseju Aranaz (@jjaranaz94)

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