Carta abierta de un maestro


Acaba de llegarnos a la redacción de Tras el valle de Aranaz una maravillosa carta de un maestro. Daniel Poyatos. El autor de la misma nos cuenta que la escribió hace ya un tiempo, durante una calurosa tarde verano tras un baño en la piscina. Cualquiera diría lo del baño ahora- a pesar de que las temperaturas calurosas del verano se estén alargando más de la cuenta-… He tardado en leerla y también en publicarla porque son tantas las cosas que contar cada semana en un espacio tan reducido que nunca veía el momento para publicarla.

Por fin ha llegado el día. Hoy, a parte de esta pequeña presentación poco tengo que deciros. Que la disfrutéis, y que yo creo que hoy todos en parte,- yo por lo menos así lo hago- nos deberíamos sentir identificados en esta carta. Especialmente los maestros y profesores. A ver que os parece:

“Se acerca la vuelta al cole y urge la necesidad de dar voz a los arquitectos de la vida: los maestros. Os habla uno a punto de iniciar su carrera profesional y me dirijo, cargado de compromisos mutuos, a todos aquellos interesados en el presente y futuro de las sociedades.

A la sociedad en general

Nuestro compromiso debe basarse en el respeto. "Los maestros tienen demasiadas vacaciones". Comentarios de este tipo no ayudan. ¿Necesitan respuesta? Dice mucho de una persona el hecho de valorar o no la labor del buen educador. No. En muchos casos, los oídos sordos serán la mejor respuesta ante tal ignorancia. Pero si queremos entrar al trapo, de sobra es sabida la importancia vital de la educación. La profesión de la que se erigen las demás. Para llegar aquí pasamos por un camino tortuoso, no nos lo hagáis aún peor. Si despotricáis con lo que llamáis "vacaciones", os diré que el maestro considera ese período parte del trabajo. Qué hacer con los renacuajos el curso que viene. Cómo motivarles. Qué planificar. El objetivo de crear personas libres, críticas, creativas y entusiastas no es una tarea fácil. Venid conmigo el primer día. Manejad una clase de 25 niños (con suerte). Una mañana. Sólo una. Después, valorad. Quizá vuestros comentarios se evaporen.

A los compañeros

A mis compañeros de profesión les diré que confiéis en mí. En los jóvenes. Que nos enseñéis. Espero aprender mucho de vosotros. Sin duda, estaré con papel y lápiz. Pero sed conscientes también de que estamos aquí para renovar e innovar, no para repetir una y otra vez lo que generaciones anteriores han hecho. Cuestionad vuestros principios, como también yo pondré a prueba los míos. La muletilla "yo llevo enseñando 20 años" está vacía si se ha enseñado un año y se ha repetido 20 veces. Mi opinión es que no existe un único método. Podríamos coger lo mejor de cada uno y colaborar. Nosotros debemos saber mejor que nadie que fuera de la hora de Mates, 1+1 pueden ser 3.

A los políticos

Si habéis hecho caso omiso a toda la comunidad educativa, sería crédulo pensar que os vais a comprometer conmigo. Escuchadnos, por favor. Dejad de mercantilizar la educación. Abandonad la idea de cadena de montaje. Las personas no son productos. Son seres integrales con un sistema de valores superior a cualquier otro agente material. Abasteced las leyes educativas de pensamiento crítico y cívico. Descargadlas de competencia y contenidos. Y si toda negociación se torna utopía y vuestra razón sigue secuestrada por el poder, al menos, considerad la educación como una inversión, pública claro. Una riqueza que la sociedad recuperará con exponenciales intereses en unas décadas. No en 4 años. Igual ya no os interesa mucho el trato.

A los padres

Estamos en el mismo barco. Ambos queremos lo mejor para vuestros hijos. Grupos de WhatsApp, molestas tutorías, continuas exigencias o salidas de tono, no facilitarán remar en la misma dirección. Yo seré el capitán. Pero vosotros sois aún más importantes, pasaréis más tiempo con ellos. Ante todo, seréis el primer ejemplo a seguir. Leed y sed educados en su presencia. Cada palada que deis será imitada. Que mis pautas no se las lleve la marea. Solo veremos tierra si nos comprometemos bajo la confianza y la dedicación recíproca.

A mis niños

A los que me puedan leer. Y a los que lo harán en unos años. Vosotros, los protagonistas. Yo, vuestro guía, mentor y confidente. Escucharé siempre con una sonrisa. Ayudaré a descubrir vuestros sueños. Vuestros talentos. Os enseñaré a hablar inglés, sí, pero también a gestionar vuestras emociones. Os será útil, lo aseguro. Desconectaremos el wifi un rato y nos reconectaremos con la naturaleza. Descubriremos los caminos infinitos de la creatividad. Iréis a casa con más curiosidad que deberes. Acudiremos a nuestros mayores para recordar qué era eso del esfuerzo. Aguijonearé vuestro interés y motivación. Pensaréis por vosotros mismos. Creedme cuando os diga que juntos podéis cambiar este mundo injusto. Yo os prometo que nunca os olvidaré.

A mi yo del futuro

A ese maestro algo desgastado con 40 años de experiencia (reales, espero), le diría que una vez creyó. En rechazar el inmovilismo y la rutina. En acoger el cambio. Le recordaría su originario compromiso humanista. Y que nunca deje de leer esta carta”.

Y a esto solo le haría un pequeño apunte. Claro que los padres y los maestros (o profesores) estamos en el mismo barco, eso lo aprendí de David Castrillo y Alazne Oroz durante mis prácticas en el Alaitz de Barañain y en el Auzalar de Orkoien respectivamente. Pero lo que tenemos que saber es que en el colegio mayormente les enseñaremos conocimientos lingüísticos, matemáticos o científicos (a pesar de que las clases de H.A. de David o de Religión fueran realmente lecciones de vida y humanismo), que los niños, como muy bien diría Edu Serna, tienen que venir educados de casa.

Gracias, un viernes más por estar ahí. Y acuérdense mañana de retrasar el reloj una hora. Termina octubre; comienza noviembre. Saben que estos sin ustedes al otro lado hubiera carecido de sentido y no hubiera sido posible.

¡Feliz fin de semana familia! Gabon.


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