Volver, siempre volver
"Todo puede volver a ser como un primer
párrafo", escribí hace muchos años en el blog. Sinceramente, hacía
demasiado tiempo que pensaba que no podría pasar, que no viviría un nuevo
primer párrafo, que no escribiría un nuevo inicio, un nuevo "Érase una
vez" que me invitara a transitar por diferentes calles cada mañana. No lo
habría imaginado, qué va. Porque los finales te dejan tan tirado en el suelo que
llegas a pensar que nunca más, que para nada, que para qué intentar. Porque, a
veces, uno se cansa tanto de las puertas cerradas, de las palabras feas y de
las malas intenciones, que para qué probar. Pero no.
Siempre
hay que intentar. Siempre hay que probar. Porque siempre, siempre, siempre,
podemos volver a escribir un primer párrafo. Pero no pensemos que es tan
sencillo como colocar una letra detrás de otra de manera natural. Un nuevo
primer párrafo también guarda cierta tensión, porque nos han dicho por activa y
por pasiva que debemos enamorar al lector (espectador, oyente, alumno…) con la
frase inicial y que, si eso no pasa, abandonará nuestro artículo, libro o lo
que sea que escribamos o digamos. Porque claro, con la inmensa cantidad de
estímulos que nos acechan... y con la baja capacidad de atención que tenemos...
y ¡con el lío que llevamos, qué estrés! En fin…
Pensamos que, si no mostramos nuestra mejor cara, regalamos nuestro mejor repertorio de oraciones y nuestro mejor outfit, nos dejarán colgados. Y toda esa ilusión, todos los sueños acumulados en la creación de nuestra obra, se desvanecerán. Cuánta presión, ¿verdad? No sé vosotros, pero cada día que pasa más creo que tenemos que relajarnos. Creo que, si bien es cierto que las primeras impresiones importan, jamás deben hacerlo más que nuestra felicidad. En las letras y en la vida en general, ¿cuántas introducciones terribles han tenido un maravilloso final? Conforme sigamos aprendiendo técnica, más veremos que cae sobre nosotros el peso de tener que conquistar lo máximo con menos palabras. Te calentarán la cabeza con que hay mucha competencia y debes destacar. Que tienes que sacarte de la manga un best seller aunque sea lo primero que hagas. Que si no vendes la primera edición en un mes (o menos) será un fracaso. Ni caso.
Vivimos
en un mundo asquerosamente competitivo que nos genera constante ansiedad. Yo he
sido y sigo siendo altamente ansioso, y solo ahora soy consciente de que muchas
veces he transmitido eso en mis clases. Debido a ello, he tenido alumnos que
han querido resultados inmediatos y que se han frustrado con facilidad, porque
mi discurso, excesivo y apasionado, puede llevar a pensar que esto es coser y
cantar. Para nada. Esto es un viaje con mochila y muchas escalas que te dejan
exhausto. Sin embargo, si es lo que realmente amas hacer, siempre merecerá la
pena. Con tiento, con tiempo, con muchísimo amor.
Que
nadie; profesor, escritor, pareja, madre, amigo, vecino (o tú mismo), te
atosigue. Vive los primeros párrafos con la inmensidad y la inocencia de las
primeras veces. Vívelos despeinado (si es que puedes), distraído, natural, como
la vida misma, que llega sin pedir ni esperar nada a cambio. Que la presión por
ser perfecto no te deje con la duda de qué habría sido de ti si tan solo
hubieras aspirado a ser humano.
Y no
hablo del TEVDA. O sí. O, al menos, no solo.
Volvemos
a las andadas; y aunque sea un poco más tarde que de costumbre, con más ilusión
que nunca. Gabon familia. Bienvenidos a la T17, bienvenidas.
Joseju Aranaz (@jjaranaz94)
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