Siempre nos quedará Roma (XII)



            Doy fe de que si María estaría- el condicional navarro no es “estuviera”, que se sepa- escribiendo estos artículos desde la capital italiana (en el caso de que los estuviera escribiendo- ZASCA de gratis-), en tres páginas hubiera contado todo. No hace falta decir el porqué- yo creo que Leti, ella y yo lo sabemos- y es por ello que hoy os vuelvo a insistir en ello. Mis artículos semanales- los de Roma sobre todo- ocupan un mínimo de dos páginas y un máximo de tres, y es por ello que os insto por enésima vez a que me escribáis algo sobre Roma. Del segundo año o del primero, y es por eso que también se lo pido a aquellas personas que estuvieron sólo el primer año en Roma. Que dos- tres páginas os parecen muchas, pues una; que una también os parece excesiva, pues media… pero algo. Me encantaría saber cuáles son vuestras sensaciones tras haber pasado tantos años. María, que nos quieres contar tu primer año con Tapia en solitario, pues adelante también, lo leeremos bien atentos.

            El último día me quedé describiendo los aspectos físicos de la casa, y es que a parte de las grandes habitaciones con mil y una literas los baños también tenían lo suyo. Había tres y éramos ciento y la madre, pero eso era lo de menos. Telita de la buena. Pronto me di cuenta de que no tenían pestillo, y que encima, al no tener cerradura quedaba un hueco por el que se podía ver si había alguien dentro de ellos y qué estaba haciendo. Así que lo primero fue poner papel higiénico en todas las cerraduras para que no se viera nada y lo siguiente era fiarte de que mientras estuvieras tú no entraría nadie. Que bien nos hubiera venido un cartelito de “Not disturb” o algo así…

            Ahí o avisabas cuando ibas al baño o podían pasar dos cosas: que no hubiera nadie o que hubiera alguien y que la gente entrara como Pedro por su casa. Esto está para contar anécdotas así que a nadie le importa las veces en las que entrabas al baño y no había nadie. Aquí las que nos gustan son las otras y haberlas haylas…

            Resulta que una chica- no vamos a especificar cuál- me pidió el Marca (que hablaba sobre la goleada de días atrás de la Selección española a Macedonia por 8-0 creo) que aún llevaba en mi mochila para ir al baño pero total que un baño- al menos- y sabido por mi estaba ocupado. Parece que el del cuarto de las chicas también estaba ocupado por alguien duchándose, así que yo decidí ir al del cuarto de los chicos que en teoría era el que me correspondía.

            Y así como la mayoría de las veces no hubo nadie, aquella vez sí que había alguien… Y claro, el susto que me di fue tremendo, portazo al 0,1 segundo de abrir la puerta y risas tras cerrar la misma. ¿Veis, porque hubiera venido bien el cartelito? Para no ver a ciertas personas en situaciones que jamás las hubieras querido ver. Me gustaría decir su nombre, pero igual nos lo ahorramos, por que no quede mal más que nada, ya que yo creo que los que estuvimos lo sabemos.

            Total que lo más seguro era poner un tope en la puerta, como aquella vez que las dos amegas se estaban duchando y no vamos a recordar quién entró al baño con alegría (y sin saber que había personas dentro). Que gráfica sería en este momento una de las dos fotos que hay de la Mery… Pero quiero seguirla teniéndola en mi vida, así que la omitiremos para desgracia de todos vosotros. Lo siento… Jajaja

            Escenas de estas hay más de una y más de dos, pero dejémoslo antes de que sea demasiado tarde y tengamos que poner el “+18” por algún lado.

            De las cosas que me acuerdo del segundo año son las conversaciones que teníamos. Quizás no todos juntos o a la vez pero si por separado. Me acuerdo de lo que nos reíamos Manu y yo reproduciendo diálogos completos de La que se avecina y lo bien que reproducía aquí el director de Obama´s Channel la voz del Recio al decir cosas como “Y tonto, ¡no lo quería nadie!”, o “¿Cómo? ¿un negro?”. Todas las noches (todas excepto una) se podían resumir con eso.

            Ya veremos si hoy tenemos tiempo de ir al “excepto una” porque yo creo que se está demorando mucho la espera y la gente es lo que está esperando con más ganas.

            Pero sigamos con Manu, que aún me acuerdo de aquellas mañanas de fútbol matutino en el campo de cemento con los “andiamo escuadra” que gritaba el guineo Owono a su equipo cada vez que lanzaba el balón para arriba. Era una forma de motivar el equipo según él.

            Una de las cosas que no podían faltar el segundo año fueron las canciones, y aunque luego vayamos al tándem Aranaz- Romero, primero habría que ir a la fallida gira “En blanco y negro” que estuvimos a punto de hacer Manu y servidor. Una ruta que recorrería los mejores y peores- sobretodo estos últimos- pueblos del panorama foral, nacional y quizás internacional, con canciones de ayer, de hoy y de siempre, las cuales estarían interpretadas a dúo. Eso sí, los espectáculos arrancarían y se clausurarían con el “Olvídame y pega la vuelta” de Pimpinella.

            Muchos ratos hablando, cantando y alguno que otro de morirse de la vergüenza, como aquella vez en la que madrugamos (aunque madrugáramos siempre) para ver una película para no sé qué. Y claro, entre que la película era en italiano y no nos enterábamos de nada, y que nos habían sacado de la cama expresamente (casi) para verla, pues que los extranjeros (nosotros en este caso) nos quedamos dormidos y con la baba colgando. Después broncón de Koldo, pero qué le íbamos a hacer. Luego iremos también a otra película… Jajajaja.

            Fueron días de pinta y colorea (hicimos un mural gigante que no tenía precio) y también hubo momentos para el amor. Porque yo tuve momentos con él, pero los que tuvo Manuel con Pamela fueron MO- MEN- TA- ZOS. Qué bonito fue aquel breve pero intenso romance de verano. Y realmente no le he pedido permiso a Manu para hablar de ello, pero como llegamos al final si me deja seguir contando cosas habrá que verlo en la próxima entrega.

            Hasta entonces os emplazo, y previendo que quedan entre dos y tres especiales para chapar estas entregas que tanto estoy disfrutando escribiendo. Al publicar la última sería muy interesante leer todas del tirón y volver a recordar todos y cada uno de los momentos que vivimos en la Ciudad Eterna.

            Hasta la próxima, y una vez más gracias por estar ahí. Sois vosotros, lo creáis o no, los que le dais sentido al TEVDA cada viernes.

            ¡Feliz fin de semana!

PD: La semana que viene cerraremos la 6ª  temporada para a partir de enero dar inicio a la 7ª. Eso sí, la semana que viene cambiamos de día. ¡Os espero el JUEVES 21 a la misma hora de siempre!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Seguimos educando

Desde que estoy en la Manco

A los compañeros de Mancoeduca (I)