27; rojo, impar y pasa

 

Gracias a los que me sacan de la cama para felicitarme, gracias a los que lo hacen desde el día anterior y gracias a la amiga que cree que aún sigo siendo muuuuy joven. Gracias a los que siempre quieren tener un detalle conmigo, gracias a los que me llaman y gracias también a los que me escriben.

Gracias a los alumnos del Alaitz de Barañáin que se acordaron de mí y me felicitaron, a los que lo hicieron en unos cuantos grupos de WhatsApp y las felicitaciones fueron en efecto dominó y a los pasteleros que me hicieron la tarta que veis junto a estas líneas y también quisieron desearme un gran día.

Gracias a los de las 03.00h de la mañana y a los de las 23.00h de la noche (las felicitaciones son igual de válidas), gracias a la amiga que me dice que yo soy de los que suele felicitar pronto y luego tomo nota del resto, gracias a los que se han querido tomar una café conmigo días antes o después.

Gracias a mis abuelos por disfrutar tanto de la tarta de cumpleaños, gracias por no habérselo recordado a nadie y gracias por haberos molestado.

Dicen que una definición simple, sencilla, de gratitud, es aprender a dar las gracias por las cosas que recibimos y disfrutamos en la vida. Es saber apreciar lo que los demás hacen por nosotros.

Y ese es el sentimiento que llena mi corazón de gratitud hacia todas aquellas personas que hacen posible que yo siga publicando, escribiendo y compartiendo este blog; gracias por leerme, por seguir mis historias y vivencias. En especial, gracias por tener la oportunidad de escribir sobre el 22 de abril desde hace cuatro años. Desde que cumplí los 23.

Los entendidos en los sentimientos humanos dicen que la gratitud es el más efímero de todos, pero que nos enriquecen mucho más de lo que creemos en la vida y que dar las gracias genera un compromiso de confianza que crece y que se convierte en amistad.

Y yo, hoy, quiero dar las gracias a todos los que os acordasteis el pasado jueves de mí con una sonrisa; con ella intento haceros llegar la importancia que tiene para mi cada una de las personas que semana a semana visitáis el blog, y sobre todo leéis estas crónicas cumpleañeras que a veces no son tan fáciles de escribir como nos gustaría.

Y soy consciente de que dar las gracias es caer en el topicazo cuando no sabes qué escribir. Y no os voy a decir que os falte razón. Desde el pasado 26 de febrero no he escrito sobre mí (y razones haberlas haylas), y es por eso que quizás haya empezado dándoos las gracias.

Todos los cumpleaños son distintos. Y no hace falta irse muy lejos para haberlos vivido. El del año pasado, mismamente, o el del jueves de la semana pasada.

Así como el año pasado no tenía ninguna expectativa (nos pilló en pleno confinamiento) y fue un día fantástico. El de este año fue tal y como lo esperaba.

Los que me conocéis realmente, sabéis que mi vida está actualmente en un “stand by” forzado, así que tampoco os voy a mentir diciéndoos que esperaba un día lleno de luz y color.

Pamplona amaneció a las 07.30h de la mañana con el cielo gris y sin ninguna expectativa de que el sol fuera a hacer acto de presencia.

Las felicitaciones se sucedieron a lo largo del día (y de la noche; cada cual cuando puede…), y era algo que comentaba con una amiga hace un par de días. Cada año os doy las gracias públicamente uno por uno; con nombres y apellidos. Pero con los 27 recién cumplidos me parece un poco infantil.

No hay espacio para más. Volvemos el viernes que viene. Ojalá más inspirados.

¡Feliz fin de semana familia!


Joseju Aranaz (@jjaranaz94)

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