Desde Iranzu (I)


Señores, la luz de la luna que ahora mismo nos alumbra- y el sol que tampoco vemos- y aprovechando que estamos ahora mismo en este precioso, maravilloso y preciso paraje que es El Edén en el que tan bien nos habéis acogido y por ello os damos las gracias, quiero aprovechar para agradecer a todos, a todas, tras esta moda absurda del lenguaje inclusivo, el hecho de que hayáis convertido Iranzu en un lugar mejor.
 

Hay un cartel que rezá ahí a la entrada que me encanta: No dejes que nadie diga, y diga para tu vergüenza, que todo aquí era bello hasta que tú llegaste. Habéis llegado, os marcháis dejando Iranzu mejor.

Cada momento ha sido una auténtica fiesta; los niños han disfrutado, los niños han comido, los niños han celebrado… y yo me voy a casa llevándome en el corazón grandes recuerdos, grandes personas.

Espero de verdad que todos, y todas, los que aquí estamos, os vayáis también con un grato recuerdo.

Javier, gracias por habernos reunido aquí a todos. Eduardo, gracias por tu dirección. Marisa, Amparo, gracias por vuestra inestimable ayuda. Las niñas, sobre todo, os lo agradecen. A los que habéis estado en cocina… inmensos de verdad. El campamento no hubiese sido posible sin vosotros. Victor, a ti te debemos los limones, gracias también- barman-. Y por último a los que habéis estado ahí, día a día, también al pie del cañón. No quiero olvidarme de mis compañeros. Jose Julio, el último en llegar- y no es un chiste-. Raquel, espero que te hayas sentido como una más porque has sido de verdad una más. A los que os habéis estrenado como monitores y a los que ya es vuestro segundo año, gracias. Lo que hacéis os hace enormes.

Y por mi parte nada más, invitaros ya al próximo año, invitaros también a un buen descanso, a un buen verano para todos y de nuevo gracias a los de Iranzu por habernos acogido y gracias a todos por haber estado cerca” Chín chin.

Son palabras de Manuel Owono la última noche. La última de tantas ya fuera en lo que nosotros llamábamos El Edén o en la terraza donde según refrescara la noche escogíamos un lugar u otro.

Son las palabras que nos dejan, grosso modo, la esencia de los nueve días que duró el campamento en el Monasterio de Santa María de Iranzu y lo que dio de sí. Pero como digo, es solo la esencia de lo que nos llevamos de allí, ya que a partir de este momento- y a día de hoy aún sin saber cuantos saldrán- me gustaría iniciar unos especiales para desgranar un poquito más lo que nos dijo Manu aquella última noche.

Me ha parecido el mejor comienzo, ya que de algún modo, así terminamos, y nos sirve como nexo a estas líneas que veremos que es lo que nos deparan y cuántos viernes tenemos la ocasión de revivir todo lo allá vivido. Todo lo sucedido. Todo lo acaecido.

En primer lugar me ha gustado porque en las palabras de Manu no se desvela nada. Se deja todo a la imaginación, al no coartar a nadie el pensar lo que quiera. Claro está, excepto para las personas que convivimos durante esa semana y pico. Manuel lanza indirectas que explicaremos en las líneas y TEVDAs venideros y no sabéis lo inmensamente feliz que me hace el poder demostrar gran parte de lo que vivimos a tan solo 40 minutos de Abárzuza (andando).

En el momento no se lo dijimos, pero gracias también, y sobre todo a ti Manuel. Sin tu energía, arrojo, destreza, experiencia y buen hacer este campamento no hubiera sido ni la mitad de grande, ni la mitad de entretenido- para todos-, ni la mitad de bello, que decía el cartel. Incombustible, de veras.

Hoy el programa ha sido más corto que de costumbre, porque “lo breve, si bueno, dos veces bueno” y por eso el dejaros con la miel en los labios; “próximamente” más. Gabon.
 
 
Joseju Aranaz (@jjaranaz94)

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